PROMETEN MIENTRAS LO METEN

La Vieja Cara de Pasa asegura que va a “recuperar” la Araucanía en un año; así de simple y así de rápido. Y sigue su camino como si nada. Espumita nos amenaza con la expulsión de todo inmigrante ilegal que esté en Barbarilandia, incluido cabros chicos, los que no serán admitidos en los colegios y supongo tampoco en los consultorios.

 

Los candidatos de la extrema derecha y la socialdemocracia nos prometen operaciones rastrillo de Arica a Punta Arenas, aunque ella no fue capaz de terminar con el comercio ambulante de calzones y carcasas de celulares en Providencia; y el maestro chasquilla austriaco con suerte duraba más que un Candy en sus peguitas.

 

¿Y si mejor no prometemos leseras, cabros? Miren lo que le sucedió al desquiciado, criminal y genocida de al lado por prometer salvajadas con tal de ganar una mugrosa elección.

 

Por lo general, el mal actúa bajo una mascara de bondad y justicia, de promesas facilonas, de cariñitos a la galería, bastaría revisar el historial del FA para comprobarlo. El mal entonces actúa en nuestras vidas de una manera mucho más ambigua de lo que el populacho bárbaro se imagina y quiere saber.

 

Prometer lo que ya se sabe no se cumplirá, es la banalización del mal, la perdida de toda ética y moral, y la semilla de la disconformidad, la desilusión y el cabreamiento de la muchedumbre, lo que nos acercará un paso más hacia el descredito de todo y de todos con las consecuencias ya conocidas.