EL ORIGEN EXTRAVIADO

¿En qué consistió la constitución de 1980? ¿Cuáles fueron sus ideas matrices? ¿Qué buscaron implantar sus autores durante la Comisión Ortuzar? ¿Cuál fue el triunfo de Jaime Guzmán que perdura hasta el día de hoy? Y algo muy importante, ¿cómo fue traicionada su esencia y quienes fueron los traidores?

 

Según mi modesto entender, el propósito fundamental de los constitucionalistas de la Comisión Ortuzar, de la que Jaime Guzmán formó parte, fue evitar un nuevo caos institucional en el país, para esto intentaron crear una base institucional que ayudara a formar los cimientos de un crecimiento económico basado en la propiedad privada y un marco de acción limitado para los políticos, sindicados todos ellos, y con justa razón, como responsables del estatismo, la pobreza material del país y, por lo tanto, creadores del caldo de cultivo revolucionario nacional.

 

Referente al sistema político, este estaba basado en dos premisas fundamentales: Un presidencialismo fuerte y el sistema electoral binominal, que fomentaban la consolidación de dos grandes agrupaciones de partidos políticos que mantenía fuera del ámbito de influencia a minorías desestabilizadoras y; en quórums calificados constitucionales que aseguraban estabilidad en el proceso político y económico, ganara quien ganara el poder. Entender esto último es fundamental, el sistema diseñado se mantenía ganara quien ganara.

La izquierda no aceptaba el sistema propuesto, sin embargo, el 44% que obtuvo el SÍ el año 88; la institución de los senadores designados; la permanencia del ex presidente Pinochet en la comandancia en jefe del ejército; el crecimiento económico extraordinario que pudo sostener las reformas impulsadas por el primer gobierno de la Concertación; la caída del Muro de Berlín y, el posterior desplome de la ex URSS, obligaron a gran parte de la izquierda a adoptar, por convencimiento en algunos casos y por obligación en otros, el “modelo heredado de la dictadura”. Solo la extrema izquierda, compuesta por el PC y un sector del PS al que pertenecía Bachelet permanecieron fuera de la Concertación.

 

En consecuencia, todo fue diseñado para que los “rabanitos” de un lado y los “verdaderos algo” del otro lado quedaran fuera del sistema, o se unieran a él diluyéndose dentro de un amplio pacto parlamentario. Los “verdaderos algo” decidieron ingresar al sistema y los “rabanitos” prefirieron quedar fuera de él, optando por un camino propio que consistió en colonizar instituciones, medios de comunicación y el sistema educacional, proceso que perdura hasta hoy. En otras palabras, iniciaron lo que se ha denominado la “batalla cultural”, a la que parte fundamental de la centro izquierda se plegó, y en la que toda la ex derecha se negó a participar con los resultados por todos conocidos. La suerte estaba echada.

El permanente deterioro político, institucional, económico y propagandístico, en un inicio modesto y con el correr del tiempo imposible de detener, tuvo su momento cúlmine después de la elección en que Ricardo Lagos derrota a Joaquín Lavín, debido a que la ex derecha decide en ese momento abandonar la base ideológica en que se sustentaba todo el andamiaje nacional, la idea guzmaniana de que lo importante no era ganar una elección, sino lograr que quien la ganara mantuviera la esencia del sistema.

 

Piñera y sus seguidores (a los que prontamente se sumó entusiastamente la UDI) se propusieron llegar al poder a toda costa, corriendo el límite establecido hacia la izquierda, es decir, se situaron a la izquierda de la Concertación, entregando a la centro izquierda en manos de la izquierda radical. Así nace la Nueva Mayoría, PC incluido. El resto lo estamos viviendo hasta el día de hoy.

 

¿Es posible solucionar esta trágica decisión de la ex derecha, causante principal de nuestra desgracia? Pues según Jaime Guzmán solo existe un camino que fue comprobado en los hechos, regresar al sistema “guzmaniano”, sin miedo, sin complejos y sin dudarlo, salvo que alguno de ustedes demuestre que existe una alternativa mejor. Yo digo que no la hay.