Semana tras semana aparecen encuestas que indican como ganadora a la opción rechazo en el próximo plebiscito del cuatro de septiembre. El problema es que como en Barbarilandia todo es una maldita trampa, no sabemos si la encuesta dice la verdad; la gente dice la verdad; o nadie dice la verdad. Tampoco sabemos si las encuestadoras saben hacer su trabajo, arreglan las cifran dependiendo de quien pague la encuesta, o sencillamente publican lo que sea sin revisar, ya que siempre existe la posibilidad de buscar alguna excusa una vez que el resultado no coincida con la proyección, o realzar el impecable y profesional trabajo si las cifras se acercan a la realidad, aunque no sepan la razón de lo que sucedió.
Anteayer encendieron
la calefacción en el edificio. La nuestra no funcionó. Llamé a conserjería y
enviaron al maestro chasquilla que todo lo sabe y lo que no lo inventa. Según el
ingeniero en cuestión, es necesario cambiar la válvula solenoide, que según él
cuesta 120 lucas, y el mando general, que con mucha gracia me informa es un
poco más barato (casi nada). La alternativa es pasar el invierno a duras penas,
ya que la válvula y el mando -según el ingeniero en válvulas y mandos- están “escasos”.
Ustedes
comprenderán que, por la sola razón de ser chileno y haber trabajado 32 años en
comercio rodeado de empleados cuyo principal objetivo es robar; clientes acostumbrados
a no pagar si no se les cobra; repartidores dispuestos a decir que los
asaltaron y le robaron la carga, y una infinidad de reparticiones publicas que
sobreviven de bastante buena manera producto del saqueo a los bolsillos ajenos,
le respondí que lo pensaría, aunque no había nada que pensar: el tipo me quería
robar… seguro.
Resultado del
intento de robo: La administración comprobó que una falla eléctrica en la bomba
causaba el problema. Acto seguido encendieron la calefacción que funciono
perfectamente; segundo acto seguido: el “chat” del edificio se encendió producto
del reclamo de varios vecinos que habían sido timados por el ingeniero en válvulas
solenoides, que, dicho sea de paso, no he visto desde hace dos días. No
estimados amigos, Chile no cambió…
A riesgo de
ser lapidado virtualmente por mis amigos verdaderos católicos, todo esto es
culpa del catolicismo que, en un desafortunado acto de temeridad, considera el
robo y la mentira como pecados veniales. RAE: Venial: adj. Que se opone
levemente a la ley o precepto, y por eso es de fácil remisión.
Un pecado
venial, entonces, es según nuestra cultura hispano-aborigen, algo leve,
superficial, minúsculo, intrascendente que, ni nos lleva al infierno, ni nos
condena socialmente, ni es castigado por la autoridad, es decir, ¡a robar y a
mentir se ha dicho!, no pasa nada.
Cualquier
buen observador es capaz de mirar a su alrededor y confirmar que en Barbarilandia
todo parte de la mala fe y el engaño sistemático. El fraude es una forma de
vida, desde el gobierno, la legislatura, el empresariado y hasta el último barbárico
habitante de este lupanar con vista al mar. Todos tratando de sacar ventaja de cualquier
situación. Y si a eso le agregamos nuestra proverbial hipocresía, pues la degradación
moral disfrazada de buenas intenciones que nadie se cree es la norma ¡Y toda
esta gentuza vota! Un horror…