Los políticos
son asiduos visitantes de todo tipo mesas. Las hay de comedor, de cocina, de
escritorio, de terraza. Y no son la únicas. Existen mesas de diálogo, mesas de
encuentro, mesas sociales y las que haga falta. Que no se note pobreza, no nos
vamos a regodear por una mesa más.
En el respetable
congreso de los honorables y abnegados señores políticos, funcionan al menos dos
mesas, la de la cocina, en que los anfitriones cuecen a fuego lento y bajo la
atenta mirada del presidente de Barbarilandia, o al menos el presidente de las
calles de la misma, Guillermo Teillier, el brebaje de la próxima fiesta de la
democracia que no pretenden llevar a consulta; y la mesa paralela, compuesta
por aquellos comensales que no fueron invitados a la mesa de honor. Algo así
como una mesa del perraje democrática.
El problema
de esta mesa de poca enjundia consiste en su irrelevancia y poca figuración nacional.
Digamos que el respetable público ignora su existencia. Pero calma, no todo
está perdido. Un senador de RN invitó al Pancho Malo, espécimen criminal que de
barrista furiosos devino en líder del “Team Patriota”, una especie de grupo de
choque de lo que los compañeros de la prensa seria suelen motejar como “ultraderecha”.
Es en estas circunstancias en que yo me pregunto una y otra vez: ¿Era
necesario?
En la misma
mesa del perraje come otro de los oligofrénicos del zoológico democrático, el Gaspar
Rivas, quien sobrevive como puede entremedio de días buenos, días malos, días en
que amanece de derecha y otros en que anochece de izquierda. Hoy forma parte
del PDG, no sabemos si del sector de Pamela Jiles, del bando de Franco Parisi,
o de alguna otra sub-agrupación de la coctelera aquella.
Y se armó la
rosca dijo la mosca, entre un supuesto patriota de derecha que poco ha hecho
por la patria, y una especie de woke de derecha, al menos en apariencia. Los
sabrosos y patrioteros detalles pueden encontrarlos aquí: https://www.t13.cl/noticia/politica/expulsan-diputado-gaspar-rivas-mesa-paralela-del-proceso-constituyente-13-10-2022
Insisto:
¿Era necesaria más competencia para De la Corneta?
Los compañeros
de la prensa seria se soban las manos, esta vez no era la tía Pikachu, ni el
dinosaurio azul, ni alguna vieja disfrazada de india, ni el enfermo de sinvergüenza
del Rojas Vade. No, esta vez la noticia coopera con la causa (su causa).
Pero a no desfallecer,
que no solo de política vive el hombre. En el otro lado de las noticias semanales,
hemos sido invitados al nuevo matrimonio de la Cecilia Bolocco, ahora con un
nuevo millonario que viene a demostrar una vez más que, la que sabe, sabe, y la
que no, mira desde fuera.
Algo tendrá
la dama, ya que a partir del momento en que los años ya no pasan, sino que
comienzan a quedarse y acumularse, las dificultades para continuar operando en
el cruel mercado comienzan a abundar.
Todos hemos visto grotescos
espectáculos en que desconsoladas damas intentan llamar la atención colgándose guirnaldas
luminosas en el pescuezo; otras trasforman sus desmejorados labios en una
especie de rosquilla navideña. Las hay aún más rebuscadas.
No es raro
observar casi a diario caras estiradas hasta el límite que soporta el ya desgastado
y manoseado material. Otras prefieren recortar colgajos que impiden vestirse
con el ropaje de la hija menor. Las hay que coquetean con el pololo de la hija
mayor, iniciando una vergonzosa competencia que solo puede ganar si le entregan
por aclamación popular un premio honorífico a la trayectoria. He sabido de supuestos
viajes de trabajo al caribe en busca del negro del WhatsApp. Le tenemos de todo
para la dama.
Doña Cecilia
se ve del todo desmejorada, arruinada, estiradita y estrujadita; al parecer su
estrategia es pasar hambre diariamente. La noto amarillenta, demacrada. La veo
con el indisimulado y extraño entusiasmo de quien pretende quemar el penúltimo
cartucho. Parece el último canto de un cisne que pospone el retiro hasta el infinito
y más allá.
No puedo dejar de referirme al curioso vestido de boda de la reina del momento. Podría asegurar
que mi abuela, QEPD, tenía unas cortinas parecidas, y si me apuran un poco, diría
que iguales. Tal vez la idea es llevar el reciclaje hasta el ridículo, o hasta que
duela. Todo sea por ir con los tiempos, aunque estos ya no sean los apropiados
para venturas y desventuras tipo ¡Hey, yo estoy aquí! ¿Se fijaron?
Doña Cecilia
y la democracia chilena están por la labor de vivir de unos viejos tiempos que
no regresarán, de unos recuerdos de épocas mejores en que todo parecía fijo,
eterno, incorruptible. Como nos recuerda el gran Tommy Rey cada 31 de diciembre:
Es el tiempo el que no se detiene…
Y algunos aún
no se enteran.