Desde ayer
se nota un poco menos de salvajismo en Barbarilandia, aunque la horda puede
regresar en cualquier momento y con más ánimo. Razones puede haber varias. Ya
no queda mucho más que quemar ni que saquear. Los jóvenes combatientes tendrían
que “dentrar” de lleno al saqueo de domicilios particulares y el asesinato de
sus moradores, preferentemente de fachos ricos y fachos pobres. Sería cosa de
preguntar a los vecinos quien es quien en su barrio, como en la antigua URSS,
para proceder a la depuración.
Consideremos
además que ayer fue víspera de fin de semana largo, y quien no estaba borracho
o drogado, se encontraba en las carreteras intentando desgraciar el feriado a
los supuestos ricos que viajaron a la playa o el campo. El populacho bárbaro
odia a quien tiene una parcela de agrado en la quinta o sexta región, o un departamento
entre Maitencillo y Papudo. En la inquietante mentalidad de estos gallos, ahí
veranean los ricos que les roban.
Otra buena razón
para entender este pequeño relax terrorista, es la legendaria falta de constancia
en el trabajo de esta horda vengativa. Normalmente no duran más de dos semanas
en una pega, salvo que sea en algún tugurio estatal donde calientan el asiento.
Como que ya se están cabreando de robar, quemar y destruir. El esfuerzo les
pesa.
Debemos
considerar también, que los jefes de los sicarios han comprendido que mucha
gente decente que alguna vez apoyó esta pedida de moneas, ahora está preocupada
de perder lo poco que tienen, que para ellos es mucho, más exactamente todo lo
que tienen. No poder viajar en Metro, tomar en subsidio una micro de mierda que
demora el doble de tiempo en llegar a su trabajo, tener que comprar más caro en
un almacén, proteger su casa con palos, fierros, cuchillos cocineros y
martillos, y no poder dormir en paz con la iñora, no es muy agradable, más aun
si lo hacen a cambio de 30 pesos que el gobierno ya redujo. Pasados los días de
odio y desenfreno, se ve que el negocio no fue tal, y la izquierda teme perder
apoyo en sus bases.
Quienes no
cesan en su empeño son los comunistas millonarios de la televisión. Nos informa
nuestro amigo Andrés, que los nota un poco más recatados en la difusión de odio
marxista y su hipócrita discurso de desigualdad. Yo confiaría más en un
descerebrado pirómano que en alguno de estos sinvergüenzas. Esta gentuza que
vomita idioteces en contra de la desigualdad, mientras se embuchan 5, 10 o más
millones mensuales, mientras la señora que hace aseo en el canal gana el mínimo,
son basura. No podemos confiar en la basura.
En fin, este
largo fin de semana los ayudará a recomponer fuerzas y ánimo. El lunes veremos
con que bajezas nos esperan. Yo creo que mientras no regresen a clases a sus
universidades de mierda los tendremos delinquiendo en las calles. No tienen
nada mejor que hacer. Es necesario que regresen las clases, no para que aprendan algo útil, es
solo para mantenerlos encerrados un rato. Si no se puede en la cárcel, al menos
que sea en una sala de clases.