Querido
Viejito Pascuero.
Para que te
voy a engañar, debo reconocer que no tengo certeza absoluta de tu existencia, sin
embargo, me gusta creer en ti. A estas alturas del partido, ya entrado el
segundo tiempo, sin un árbitro fiable y con las piernas un poco cansadas por el
trajín, la única certeza que nos puede quedar es que el fin último de cada charlatán
y embaucador es robar. Lo demás dejémoslos a la imaginación del personal.
Siempre he
esperado la navidad con entusiasmo, desde que, siendo un cabro chico en Viña
del Mar, allá arriba en Agua Santa frete a la Copec, llegábamos a la casa de la
abuela una vez obtenida nuestra libertad, el ansiado fin del colegio era el preámbulo
de tu llegada, la que precedía a un año nuevo repleto de cohetes hoy prohibidos
y un soporífero verano que parecía interminable, hasta que de pronto, los
artistas del Festival de Viña nos anuncian el regreso a la realidad, el fin del
verano y las vacaciones. Año a año fue siempre así, hasta que...
Luego
comencé poco a poco a conocer a mis compatriotas y la ilusión se fue diluyendo
hasta casi desaparecer. Los años se suceden cada vez con más prisa, los veranos
ni hablar. Creer en ese personaje maravilloso que según se comentaba entre los mayores,
era capaz de cumplir los deseos más inalcanzables de la población infantil, se
esfumó de un momento a otro.
No pretendo abusar
de tu confianza y tu billetera, querido viejito, por lo tanto, no es mucho lo que
te pediré en estas navidades, si es que aun es posible pedir algo a estas
alturas de la vida:
No te pediré
colmar de sabiduría al populacho bárbaro; tal vez el otro señor de barba blanca, ese que al parecer todo lo sabe aunque no se nota mucho que digamos, pueda hacer algún disimulado milagro el respecto, aunque dudo que luego de
tanto tiempo algo pueda cambiar.
Tampoco te
pediré que nuestra sociedad deje de considerar el hurto y la mentira como
pecados veniales, no estamos para soluciones milagrosas. Habrá que continuar siendo
un descreído y un desconfiado con agudo sentido común.
Si es
posible pedir algún regalillo para un tercero, te encargo un buen paquete de pragmatismo
para el bueno, aunque algo porfiado de JAK. Si puedes, intenta convencerlo de acercase
con tino y comprensión a mujeres cada vez más totalitarias y casquivanas y a jóvenes
cada vez más banales y vagos, o no habrá regalo navideño ni celestial que nos
salve de los malvados que nos asechan.
Yo me
conformo con salud para mi y toda mi familia; que la patrona comprenda al gran
hombre que tiene a su lado; que mi hija se titule de una buena vez y que el
cabro chico logre hacer, por fin, un gol de chilena, o al menos de rabona.
Tener a la familia sana, feliz y cerca es el regalo de todos los regalos.
Tampoco te
diré, querido viejito pascuero, que solo pretendo regalos para los demás, no
nos engañemos, si todos somos un poco egoístas. No te voy a mentir, no es necesario
que me llenes de calcetines, calzoncillos, una polera de talla o color que no
voy a utilizar o chocolates que termino zampándome en dos días. A mi lo que me
gusta es que me vaya bien en los negocios, no por amor al dinero como medio de
consumo, si yo no consumo mas que comida, agua y de vez en cuando algún
heladito por ahí; tengo la misma ropa desde hace diez años y un auto del 2011
con restricción los viernes.
Ya lo sabes,
querido viejito pascuero, tu haz lo que tengas que hacer para que mi negocio crezca sano y fuerte y estamos a mano. SI lo logras, hasta podría creer en ti sobre
todas las cosas. Ya sabes, si todo hombre tiene su precio, salvo quienes nos advierten
sobre su ética, moral y rectitud a toda prueba, de esos debemos desconfiar.
Acuérdate también
de mis buenos amigos del Blog y sus familias. De los malos amigotes acuérdate, aunque
un poco menos. Así es la vida, querido viejito pascuero, y así debemos vivirla.
Te escribo hoy ya que seguramente mañana todo el mundo estará mirando por la
ventana esperando tu llegada y nadie leerá esta cartita.
Feliz Navidad
a todos los amigos y lectores del Blog. Seguiremos con entusiasmo intentado arreglar
un mundo que no tiene arreglo, pero seguro que se puede mejorar.