Los señores políticos
aún discuten sobre la composición del órgano que repartirá los cargos redactores
de la nueva constitución. Otros se enfrentan por el ente que repartirá el
dinero de las cotizaciones de otras personas, y que ahora cambió de nombre a no
recuerdo que cosa. El nuevo lio que irrumpe es la sinvergüenzura de no pagar el
pasaje del Transantiago, ahora llamado Red. Por último, y solo por el momento,
lo que no tenemos claro es si el ente del sur, ese ente u órgano tipo mesa de
diálogo del que tampoco recuerdo su nombre de pila, verá alguna vez la luz.
Los camioneros
reclaman, piden subsidios, miles de millones y cortan caminos. Por si no lo
saben, los camioneros son un colectivo, pero a no equivocarse, no me refiero a
un colectivo de esos que llevan pasajeros desde la Alameda a Maipú o Puente
Alto, sino a un colectivo de los otros. Los colectivos de los otros son un negocio
organizado y demandado por los señores políticos, ya que pueden idear discursos
e implementar cohechos grupales. El beodo suicidad los arengaba así:
¡Compañeros!, ¡mineros!, estudiantes!, ¡campesinos!, ¡pobladores!, ¡obreros!, y
etc, etc, etc… Si usted pertenecía a alguno de estos colectivos, sabía que
estaba incluido en el discurso y, por lo tanto, en la posterior repartija, para
lo cual era menester crear un órgano o un ente que organizara el desfalco.
Este
colectivo camionero se está portando mal, ya que piden demasiado dinero, arman
demasiados líos, no sabemos si votan por la izquierda, lo que en el suma y resta
político es de vital importancia y, por lo tanto, están siendo querellados por
la ley interior del estado.
Otros colectivos,
como por ejemplo el colectivo de los empleados públicos, no son querellados por
nada ni por nadie, ya que se sabe que son mayoritariamente de izquierda, además
de parientes o amigotes de quienes reparten el billete, y para que van a cagar
en el plato en que comemos o, mejor dicho, comen ellos y los suyos.
Los
estudiantes universitarios corren la misma suerte que los anteriores, ya que
son un colectivo conocidamente rojo que solicita la creación de diversos entes,
mesas, órganos y demás tugurios y, por lo tanto, también obtienen lo que
quieren, ya sea por las buenas o en subsidio por las malas.
Si usted
pretende obtener algo de mala manera, junte gente y forme un colectivo. Si
cuenta con la suficiente organización, puede ocasionar el suficiente problema -aunque
no tanto para transformarse en un mal negocio para los señores políticos-, y si
tiene santos en la corte, puede solicitar la creación de un ente, un órgano, o
lo que haga falta. una vez constituido lo que haya que constituir, el órgano o
ente constituido le repartirá soluciones, es decir, dinero.
Nosotros podríamos
crear un ente de fascistas furiosos, o pinochetistas furiosos, o neoliberales furiosos,
algo así como los ciclistas furiosos, aunque a pata. Dudo que nos hagan caso,
dudo que no se querellen en nuestra contra, y dudo que nos consideren un
colectivo. Y ni sueñen con que logremos impulsar la creación de un ente, un órgano
o algo que nos permita robar dentro de la ley.
Como mucho, podríamos
ser la excusa para la creación de un ente antifascista, o un órgano antineoliberal,
o una organización anti pinochetista, el que, por supuesto sería considerado un
colectivo, tal como alguna vez el MIR fue considerado una empresa. Ese sí que podrían
recibir subsidios, basados en la premisa de que defienden de un grupo de facinerosos
a la patria en la que no creen.
Dada las
circunstancias, será mejor olvidarnos de la creación de leseras, ya que no
obtendremos nada a cambio y, más encima, le armaremos un negocio a los rojos. Nadie
sabe para quién termina trabajando, y así no tiene ninguna gracia.