Es muy
pronto para analizar el Golpe de Estado Democrático y Constitucional de Venezuela,
aunque nunca es muy pronto para reírnos de las payasadas. Un mundo sin humor,
sin burla, sin ironía, sin la justa dosis de cinismo, sería una carga demasiado
grande para un simple ser humano.
¿Entonces qué
está pasando en Venezuela? Al parecer estamos presenciando una especie de golpe
de estado democrático, inclusivo, pacífico, sin muertos, ni heridos, ni rasguñados
por un gato. Una especie de golpe de estado que no lo es, y que ha durado todo
el día. No se ven tanques por las calles, ni aviones bombardeando, ni ríos de
sangre.
Los presidentes
–porque Venezuela tiene dos, y cuál de los dos más rayados-, vociferan a sus
anchas, mientras la gente aplana calles con destino a ninguna parte. En fin,
cosas que pasan en este lado del mundo. Ni García Márquez imaginó cosas de este
tipo.
Pero vamos a
lo nuestro. Resulta que Leopoldo López, el amo de Juan Guiadó, ingresó a la
embajada de Barbarilandia. Y ahí se nos vino al mundo abajo. Es como si lo
estuviera mirando. Los primos con diarrea mojados hasta los calcetines. Porque
una cosa es participar en la fiesta de Cúcuta del payado encargado, paquetes de
tallarines incluidos, y otra muy distinta es participar en un golpe de estado
directamente, dando asilo a un condenado por la justicia del presidente de
verdad.
Leopoldo y
su Mujer, Liliana, entraron a la embajada de Chile, rápidamente los declararon “huésped”.
Je…je…je…, y a las pocas horas dejaron la embajada chilena rumbo a la española.
El canciller Ampuero no demoró en declarar que López llegó a la embajada por su
propia cuenta, que no pidió asilo y que si bien es cierto no es menos cierto. Al
trio de valientes de escritorio (Piñera, Chadwick, Ampuero) “se le aconcharon
los meaos”. Je…je…je…
Es una vergüenza
que nuestras autoridades sean unos pusilánimes y oportunistas que guatean al
primer problema, uno en el que ellos mismos se metieron por ruines cálculos políticos.
Este trio de quiltros ladra desde lejitos, no sea cosa que un perro de verdad
les dé un mordisco para luego salir corriendo y chillando. Son las peripecias
de la gentuza parafernálica que nos gobierna.