¿Y HURTADO, CUANDO?

Cuenta La Segunda, que un lunes cualquiera, al caer la noche, mientras todos dormían, con sigilo, tal vez mirando a lado y lado antes de actuar, y mientras el parque Renato Poblete se encontraba cerrado, el gobierno procedió a retirar la estatua del cura jesuita y amigote de Piñera. Sin periodistas, sin show, sin funas, sin víctimas llorando a mares, sin agrupaciones ni colectivos incendiando el ambiente, sin banderas comunistas flameando ante las cámaras. Es que, como dijimos, el cura Poblete era jesuita y amigote de Piñera.

El cura Poblete alimentaba pobres y clavaba tablas, mientras adiestraba a jóvenes chilenos en los recovecos de una vida con culpa. El presidente y la congragación pretenden deshacerse del leproso sin que nadie se entere. Poblete no sufre la misma suerte que Barros, O´Reilly, Karadima, Ezzati, o cualquier otro cura de derecha y/o conservador colgado en la plaza pública. Al parecer fundirán la estatua. Además cambiaron el nombre del parque. Piñera, Berríos y sus secuaces pretenden que Poblete desaparezca.   

Contaba el escritor Jorge Edwards en sus memorias, que siendo alumno del colegio San Ignacio de Alonso Ovalle, fue abusado por un cura del colegio. El cura Hurtado, más conocido como Padre Hurtado, hoy San Alberto Hurtado debido su santa vida y sus milagros, quien para ese entonces las oficiaba, si no me equivoco, como rector del establecimiento, tomó conocimiento del hecho.

No se afligió Hurtado. Prefirió hacer un milagro, hizo desaparecer al cura pedófilo del colegio, trasladándolo a otro lugar, donde pudiera continuar dando rienda suelta a sus bajos instintos sin tanta publicidad y menos aun a costa de “niñitos bien”.

Aquí estoy, esperando sin mucha esperanza, que hagan desparecer todo recuerdo del cura Hurtado, estatuas incluidas. Pueden hacerlo a media noche mientras los pajaritos y los niñitos duermen, no hay problema, no están los tiempos para pedir mucho más.