Ayer no escribí
porque llegué a la casa a la hora del loly. Me senté frente al computador
y me quedé en blanco; seguro fue por el cansancio. Tampoco contesté los últimos comentarios por la misma razón, no piensen que
no quise. Tampoco he opinado en los blogs de don Hermógenes, Tomas, Javier y otros. Me tocó un verano de mierda, salvo por la fortuna de no poder salir
de vacaciones, por lo que me ahorré la desgracia de dormir en una cama
que no es mía, cagar en un baño que no es el mío, viajar a lugares donde no se
me ha perdido nada, encontrarme con gentes que no me interesan y toparme con
turistas en lugares turísticos. No es tan malo tener un verano de mierda. Los
hay peores.
Muchas veces
me he encontrado en la desagradable situación de conversar con quien no me
interesa sobre lo que no me importa, para cumplir con protocolos que nunca cumpliría
de no ser porque no cumplirlos es peor (me pueden retar). Entre las estupideces
que se dice la gente en esas circunstancias, además de preguntar por una
familia que no les interesa, por un trabajo que tal vez ni siquiera conocen y
por una salud que no es su problema, está esa maldita idea de suponer que los estúpidos
que no tienen tiempo ni para tirarse un peo tranquilo, son personas de éxito y
lo pasan bien. No he escuchado una imbecilidad más grande que esa. Y todo por creer
en la ilusión de que alguien es capaz de “ganarle a la vida”. Estupideces.
Huevón (ona): ¿Cómo has estado Máximo?.
Máximo: Bien,
¿y tú? (le pregunto porque no me queda más remedio).
Huevón (ona): ¡Súper bien!. Estoy con cualquier pega; con hartos proyectos
(¿se han fijado que todos los huevones (onas) tienen “proyectos en mente”?); no
tengo tiempo para nada; entro y salgo. ¡No paro!. ¡Estoy súper bien!. (¿Y tú?).
-En ese
momento me doy cuenta que estoy conversando con un huevón (ona)-.
Máximo: Mira,
yo estoy igual que tú, con pega hasta las masas, lo que para mí no es un jolgorio,
sino una suerte de desgracia, aunque siempre es posible que lleguen tiempos
mejores, en que se abran las anchan alamedas por donde camine el capitalista
libre y pueda tirarme las bolas y no tener que asistir a estos lugares que no
me interesan. Y ahí los (las) dejo, marcando ocupado, señal de que aún no se
enteran que son huevones (onas).
Por eso he
tenido un verano de mierda, el trabajo no me ha dejado tiempo para hacer lo que
me gusta, como por ejemplo, no hacer nada, escribir lo que se me ocurre en este
blog, tirarme las bolas hasta dejarlas a la altura de las rodillas, andar por
la casa en calzoncillos y ver partidos de la Unión y el Barcelona. Con decirles
que tengo a mi lado los diarios de toda la semana. Perro mundo.
Me cargan
los huevones (onas) que suponen que tener éxito en la vida es vivir estresado y
ganar dinero para tener poder, o tener poder para ganar dinero. O los más
huevones (onas), esos que suponen que el dinero es para comprar “cosas” o darse
lujos. El dinero, estimados amigos pinocheteros y amigotes humanoides, es para comprar
su libertad. Si usted tiene dinero y no es libre porque lo utiliza para huevadas
distintas a comprar su libertad, quiere decir que es un perfecto (a) imbécil y
debe pedir hora con el siquiatra.
PD: La RAE
dice que hablar o escribir con la leserita del “los y las”, es una huevada.
Para los
huevones (no se debe colocar “onas”, eso es de huevón), y con mucho cariño, les
dejo una vez más al gran Calderón de la Barca. A ver si esta vez se enteran de
algo y desisten de la estupidez de “tratar de ganarle a la vida” y dejan de
tomar el trabajo en serio (lo mío fue una situación excepcional).
Sueña el rey que es rey, y
vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso, que recibe
prestado, en el viento
escribe,
y en cenizas le convierte
la muerte, ¡desdicha
fuerte!
¿Que hay quien intente
reinar,
viendo que ha de despertar
en el sueño de la
muerte?
Sueña el rico en su
riqueza,
que más cuidados le
ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar
empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y
ofende,
y en el mundo, en
conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo
entiende.
Yo sueño que estoy aquí
destas prisiones cargado,
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es
pequeño:
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños
son.