Los turistas
que invadieron Barbarilandia están por todos lados. Casi no encuentro chilenos atendiendo
en comercio y restaurantes. En los edificios en construcción vemos a puros
haitianos detrás de cada carretilla. En la playa donde voy, todos los
cobradores de parquímetro también son haitianos. La promotora de seguros de la
clínica; el instalador del cable; el vendedor de lo que sea. El otro día pasé a
un almacén y era el único chileno. Todas las cajeras eran colombianas, que atendían
al mismo tiempo a una clienta venezolana, a un par de negros que obviamente no
eran chilenos y al vendedor de CCU que parecía colombiano también. En fin.
No se crean
que es un comentario racista o xenófobo. Mi pregunta es la siguiente ¿Dónde están
los chilenos? O más bien, ¿de qué viven los chilenos pobres si ya no trabajan? Pues
supongo que el que no está estudiando a costa de los contribuyentes, vivirá de algún
subsidio financiado por los mismos contribuyentes. No creo que hayan perdido la
costumbre de comer.
Según me
entero, más del 50% de los restaurantes que se inauguran en Chile anualmente son
peruanos o chinos. El comercio dedicado a la venta de cachureos para celulares
está en manos de colombianos y chinos también. Las empleadas domesticas son
colombianas y peruanas, las chilenitas son todas divas y levantadas de raja.
Miren que trabajar… ¡mich!
En Chile
siempre trabajó poca gente. Muchos vivían de la mentira, los recortes, el
choreo, pegas esporádicas, el macheteo, de allegados, delinquiendo y arrancando
para el sur por un tiempo, a costa del único que trabajaba en la casa, la pensión
del abuelo y de maneras igual de ingeniosas y sacrificadas. Y me refiero al
Chile pobre de antaño.
Muchos, y yo
los conocí en mi trabajo, solo buscaban pega si les cortaban la luz, se les
acababa el gas, o les llegaba el ultimátum de la multitienda donde compraron el
plasma de 60 pulgadas.
Hoy, en un país
donde el dinero de los demás parece sobrar -al menos por el momento-, los
derechos se creen infinitos, las casas las regalan, la educación ya no es un
problema, la salud mal que mal es gratis y demasiados se las dan de bacanes no existe
mucho incentivo para trabajar. Existen también los lucrativos negocios de la
droga, la prostitución y el cogoteo. “Los locos salen a salvarse”, dicen.
Aunque la competencia caribeña en el tráfico y el negocio más antiguo del mundo
es fuerte.
Nos dicen
que los extranjeros se desempeñan en los trabajos que los chilenos ahora desprecian.
No es cierto, siempre los despreciaron, solo que ahora no se pasa hambre y ya
no es necesario sacrificarse trabajando. Son las ventajas del mundo moderno, el
capitalismo, los derechos sociales y el dinero de los demás.
Sí, los
extranjeros trabajan, no hay duda, el problema es que son muchos, casi todos
son y continuarán siendo pobres, y a la larga terminaremos subsidiándolos a
ellos también. Es muy fácil acostumbrarse a los derechos y muy caro mantenerlos.