¿DE CUAL FUMAS, SEBASTIÁN?

Sebastián está en su salsa. Disfruta en medio de la farándula salva planetas. Ahora entendemos su ofrecimiento para organizar la COP 25, negoció un permio que nos costará a los chilenos decenas de millones de dólares, y el a cambio, obtendrá unas cuantas fotos y un interminable besamanos. Lo vimos disfrazado con traje y humita.

Piñera se sumó al escándalo anunciando el fin del mundo. Dio cátedra barata sobre la llamada guerra comercial entre las dos primeras potencias mundiales. Augura un Quintero planetario. Nos habló de moral, algo que con seguridad aprendió en internet. Anunció algo así como una alianza planetaria. Promueve el fin de la dictadura comunista venezolana mediante la paz y el amor, jamás por las armas, mientras continúa apoyando al payaso encargado mientras la ONU de la comandante reconoce a Maduro, como es lógico. No sé si besó los rosaditos cachetes de la Merlina.

Disertó sobre globalismo y patriotismo, anunciando la compatibilidad de ambos puntos de vista. También sobre Integración e identidad. Intentó quedar bien con Macrón y Bolsonaro, con Trump y la Merlina, con Dios y con el Diablo. Anunció la reconstrucción del orden económico mundial, probablemente dirigido por él en persona. Luego, en medio de su delirio, propuso “reglas universales que impida y sancione conductas unilaterales que atentan contra el orden internacional".

Algo parecido le escuché al emperador Palpatine, cuando acusa a los Jedis de pretender derrocar al senado, por lo que anuncia la captura y aniquilación de los buenos, mientras los señores políticos lo festejan a rabiar. Ahí mismo termina la república y comienza el imperio, entre un gran aplauso.

Finalmente anunció un proceso personal de reflexión. Sebastián subirá a la montaña, cual Zaratustra. Tal vez cuando regrese a la civilización, lo recibirán sus asalariados y periodistas en la plaza pública. Sebastián definió el futuro del mundo, el bien y el mal y la forma de encontrar el recto camino.