El gobierno mide sin parar. Mide por ejemplo la calidad de
la educación, que es en realidad la capacidad de los alumnos de aprender la
verdad oficial dictada por el Ministerio de Educación, a través de un profesor
comunista que no sabe las materias que enseña. Como el asunto no anda muy bien
que digamos y no pueden cambiar a los profesores ignorantes atrincherados en su
sindicato, ni terminar con el estatuto docente que Aylwin y Lagos les regalaros
como reconocimiento a los favores concedidos en las campañas del plebiscito y
la siguiente campaña presidencial, se buscan fórmulas para cuadrar el círculo.
La última novedad del año que nos entregan los burócratas fanáticos
de la Nueva Mediocridad, ha sido suspender la prueba Simce, lo que en realidad
no reviste mayor importancia si desde ahora los otros padres, esos que lo son
de los hijos ajenos, “elijarán” colegio a través de un tómbola como la de Sábados
Gigantes. Si los padres no pueden elegir, para que necesitan saber. Muy
socialista todo esto, muy igualitarista y muy mediocre también.
Lo otro que mide el gobierno, es la pobreza, la madre de
todas las mediciones. Los pobres son aquellos electores que están bajo una línea
imaginaria que el gobierno define como “línea de la pobreza”. De aquí para
abajo son pobres y de aquí para arriba son no-pobres. Y aquí está el negocio,
de los pobres, de los políticos y de la “alianza público-privada”.
El negocio consiste en que a medida que, gracias al
capitalismo, la libertad y el estado de derecho la pobreza disminuye, los políticos
van corriendo la línea de la pobreza. Así, si un fulano es pobre con un ingreso
de 50 lucas y obtiene las 50 lucas, el pobre desaparece, lo que es positivo
para cualquier gobierno y negativo para cualquier oposición. Si en cambio se
corre la línea de la pobreza a 70 lucas, el pobre vuelve a aparecer como por
arte de magia y el negocio continúa. Los pobres son como los rinocerontes, hay que
protegerlos de la extinción.
El gobierno de excelencia 24/7, en su afán por ser más izquierdista
que la propia izquierda, insiste en medir la “pobreza multidimensional”, medición
que por supuesto, aumenta el número de pobres, por lo que aumenta el negocio de
la pobreza. Cualquier día de estos será necesario un Ipad y vacaciones en
Caburga para salir de la pobreza, lo que implicará una nueva subida de impuestos
y un botín aún más grande para repartir.