MERLINA THUNBERG.

Por ahí anda una cabra chica elevada a niña símbolo del calentamiento global o alguna cosa parecida. Viene a Chile en barco. Parece que los aviones contaminan y los barcos son a remos. Una horda de galeotes trae a la Merlina rubia a Chile.

En Barbarilandia la espera una de las payasas del payaso. La ministra Schmidt cuenta los días, ansiosa, esperándola con abrazos y galletitas. La Carolina se emocionó, o finge que lo está. Anuncia la llegada del cordero de Dios, o de la cordera más bien. Ella nos ayudará a salvar el mundo. Larga vida a Merlina. Aunque las galletitas contaminan, las fabrican con trigo transgénico y las hornean en un horno a petróleo. Los abrazos son gratis, aunque interesados. Quien coma trigo transgénico se transformará en zombi, un zombi fascista.

Seguramente Piñera espera su turno con el fotógrafo y Merlina ¿Habrá fiesta en Las Condes para recibir a la niña que salvará el planeta? Avíspate Joaco, la presidencial está a la vuelta de la esquina, y la cabra vale oro ¿Llorará en público la Mónica Rincón al verla? Es un misterio que pronto dilucidaremos. Digamos que una vez más, habrá un antes y un después, en esta ocasión  por la visita de la Merlina.

La cantidad de dinero botado a la basura, la cantidad de basura que recogerán luego de la famosa reunión de los capitanes planeta, la cantidad de aviones, taxis, barcos, autos arrendados y la respectiva quema de petróleo, será monumental. Con ese dinero podrían haber salvado unos cuantos pingüinos y un par de leones ¿O estos no son los que salvan animales? ¿Serán los de la capa de ozono? Bueno, digamos que son del rubro ¿No podrían haber salvado el mundo por WhatsApp?

Los canapés serán de lechuga orgánica; tomarán pura agüita de la llave; que respiren despacito para no gastar mucho oxígeno; los hoteles deberán desconectar el aire acondicionado y las prostitutas que entretendrán a los invitados importantes no podrán usar desodorante. Queremos un mundo casto y puro, además de sustentable.