EL VIEJO TRUCO DE LA BICICLETA

Estamos presenciando un lavado de imagen diseñado con esmero por el comité creativo merluciano. Un día el fulano llega en bicicleta a La Moneda; luego anuncia un billetón en las pensiones; crea la cosa esa de diálogo con los terroristas; organiza la tomatera en Cerro Castillo, de la cual se supone que saldrá humo blanco de no sabemos que cosa. Y así…

 

En los próximos días lo veremos paseando al perro por el barrio Yungay y retirando su caca en una bolsa plástica; tal vez cocinará un rico queque para la Irina; no sería de extrañar verlo besando a guaguas y abrazando a ancianos ¿Que tal un desayuno en alguna población con tecito y marraqueta con huevo revuelto?

 

El efecto no se ha hecho esperar, ya que según esas desprestigiadas encuestas que nada saben o si lo saben no lo dicen, el Merluzo ha repuntado entre el respetable público que ve con esperanza “un cambio” ¿Un cambio de qué? Pues un cambio de lo que sea, ya que peor es nada, peor es que no haya cambio. Ya, pero ¿un cambio en que cosa? ¡¡Un cambio, pues Máximo!!, ¿acaso no sabes lo que es un cambio? Eso poh, un cambio. Ah ya poh, entendí, un cambio… Está bien.

 

Mientras el populacho bárbaro espera el tan publicitado y anhelado cambio, y la horda gobernante se caga de la risa engañando a los giles, el país continúa su, al parecer, irreversible camino hacia algo peor ¡¡El cambio puede ser para peor!!, aunque el respetable público no baraja esa despreciable y desilusionante posibilidad ¿No ven que el Merluzo llega en bicicleta a La Moneda y promete mas plata a los viejitos pobres? ¡¡Y solucionará el no-terrorismo con dialogo!! El cambio se acerca a pasos agigantados, salvo para quien no quiera verlo.

 

Es posible que el diseño propagandístico considere continuar exhibiendo sorpresas hasta, al menos, resolver la comisión de expertos e inexpertos que redactará la nueva constitución que permitirá estos cambios y muchos otros. Será la constitución de los bordes, esta vez sin corpóreos, atorrantes, hocicones y disfraces, de tal manera que el populacho bárbaro sienta que, esta vez, sí que sí, tendremos una constitución a la altura que merecemos.

 

Si usted redacta una mierda de constitución que parezca que no es una mierda; y esta mierda la redacta gente que no parezca sacada de algún sketch Morandé con Compañía, el circo de los Tachuelas o alguna película de cine de bajo presupuesto, hasta se la pueden aprobar en medio de una eficaz propaganda de la izquierda y los entusiastas aplausos de una derecha cada vez mas vendida a lo que haga falta.

 

En fin, el Merluzo vive un renacer de carácter momentáneo, ya que no hay mal que dure lo que quieren que dure, ni imbécil que soporte lo que quieren que soporte. Mientras tanto, a armarse de paciencia, que es lo que aun nos va quedando y guste o no, no podemos perder de vista. Es lo que tenemos, por ahora.