DEL SUEÑO A LA PESADILLA.

 

Sebastián debe estar frustrado. Su intento de trascender más allá de la muerte dio un giro en dos días. De nada le sirvió la temeraria acción de llegar a Cúcuta para promover a su ridículo presidente encargado (estupidez que se advirtió oportunamente en este Blog). Recordemos que pretendió derrocar a Maduro de manera democrática. No a las balas, sí a los paquetes de tallarines. Todo un oxímoron de nuestro presidente, devenido en Administrador Provisional.

Luego quiso juntar la reunión de la APEC y la COP 25 con Trump, Putin, el chino y Merlina incluidos. Todito para él. Todos los ricos y famosos a su disposición. Sebastián deliraba vendiendo la piel del oso antes de matarlo. Sería el centro del mundo mundial. El anfitrión de la GCU planetaria. Ahora nada de eso es posible, los comunistas dijeron otra cosa. Y como los comunistas mandan en Chile, pues los sueños de grandeza de Sebastián se fueron a las pailas. Manitos cortas pasó de la fama eterna a rogar por terminar su mandato. Las vueltas de la vida. Y así de rápido, de viernes para sábado.

El problema es que nos arrastró a todos con él. Maduro se tomó venganza de Piñera y sus amigotes seudo democráticos, que utilizaron la democracia y las miserias de los venezolanos para la chacota. Ahora los chilenos estamos pagando la cuenta del almuerzo de Sebastián. Eso nos pasa por colocar a un desquiciado en el poder. Y claro, no nos quedaba otra, si la alternativa era entregarnos sin pelear a un rojerío fanático y pirómano aún más desquiciado.

Si lo miramos con detención, la izquierda no podía permitir que Sebastián se convirtiera en el centro del mundo a meses de la próxima elección de Alcaldes y no sé qué más. Si le agregamos a esto que la economía mostraba signos de una leve recuperación, el nerviosismo de los “progres” se transformó en desesperación. 8 años sin tocar las mieles del presupuesto nacional era demasiado. Lloraban de solo pensar que mirarían el botín desde la vitrina. Era intolerable. Entonces planearon un golpe de estado, pero uno de verdad, sin paquetes de tallarines y cumbias. En lugar de cajas de mercadería y discursos utilizaron comandos terroristas y al inefable populacho bárbaro siempre dispuesto a sumarse a saqueos y farras. Mientras los comandantes y combatientes quemaban a discreción, la horda evacuaba sus más bajos instintos de ira y envidia al ritmo de una olla y un cucharón.

Y todo por culpa de Sebastián, quien antepuso sus bastaros intereses de fama después de la muerte a los intereses de los chilenos que vivimos aquí nuestro día a día. Y ahora, para más remate, debemos defenderlo, porque si lo derrocan será aun peor para todos nosotros ¿Cuándo cresta nos operaremos de este desgraciado?