EL CHANTITA DEL TECHO

De todo el chanterío que compone la ex derecha, este es el más chanta de todos, el niñito del techo. El arrimado, el aparecido, el trepador: https://www.emol.com/noticias/Nacional/2024/05/12/1130558/sebastian-sichel-candidato-nunoa.html

 

Sichel es, en mi opinión, lo peor que se puede ver por estos días en esta sociedad nihilista y enloquecida: un arribista transformado en abajista.  

 

Este es el ex candidato de derecha que no es derecha, es más, desprecia a la derecha, aunque vive de ellos, y no es derecha porque él es bueno, se supone. Lo colocaron como candidato por Santiago, intentó serlo por Providencia, y al no resultar nada de esto lo postulan por Ñuñoa, donde, miren que casualidad, se supone que siempre quiso estar. Y como no, se preocupa por los pobres. Supongo que toda su vida es igual.

 

Sichel se vende como “sin privilegios”, aunque es un lacayo de un poder que le entrega privilegios que, trabajando como cualquier persona, no obtendría jamás. Yo no le creo nada, ni su historia, ni sus intenciones, ni lo que reza en misa.

 

Yo me imagino a este pelafustán como un niño símbolo del desvergonzado que pretende “triunfar en la vida” a como de lugar. Hará lo que haya que hacer, como haya que hacerlo, donde haya que hacerlo y con quien haya que hacerlo. Y siempre sin arrugarse y sonriéndole a sus amos.

 

Me lo imagino también como fiel exponente de la trilogía que sustenta la vida de todo lacayo vocacional. Esta gente basa su accionar en tres premisas:

1.- Hay que estar ahí.

2.- Hay que saber venderse.

3.- Hay que creerse el cuento.

 

Hay que estar ahí: Es el arribismo y el oportunismo de manual. Trepa, repta, se mueve sinuosa y ágilmente en los lugares donde se supone puede obtener algún tipo de contacto, red que lo sustente, oportunidad que aprovechar, grupito del que formar parte. Siempre calculando, sonriendo y medrando.  

 

Hay que saber venderse: Esto ya es el colmo. Uno puede vender su trabajo, algún producto, un servicio, pero no podemos vendernos a nosotros mismos, salvo que no se tenga vergüenza ni honor.

 

Hay que creerse el cuento: Esto ya es estúpido del todo; solo analicen lo que significa esta estupidez. Creerse un cuento, ni más ni menos, es creerse una mentira. Y esa mentira es la mentira que el desvergonzado pretende creerse para luego vender (o más bien venderse él), y que pretende vender “estando ahí”, es decir, actuando de besamanos de quien haga falta.

 

En resumen, Sichel “está ahí” paraque sus amos lo noten; “sabe venderse” para que sus amos lo nominen candidato, y “se cree el cuento” que luego les va a contar a los pobres infelices vecinos de Santiago, de Ñuñoa, o de donde haga falta.

 

Que tipo mas desagradable y despreciable.

 

Algunas pildoritas para la memoria. Poquitas… 

Y eso que no busqué con ahínco…