LADRONES CON CARTÓN

El gran problema de las universidades chilenas nunca ha sido el lucro, actividad del todo positiva si consideramos la alternativa nacional que es el robo.

 

Los problemas de las universidades chilenes son al menos dos: UNO: La masificación, es decir, el ingreso a la fuerza de todo bicho viviente que pudiera servir de cobaya experimental al frívolo ofrecimiento de la lacra política, esto es, que toda familia podría exhibir con fanfarria a su primer profesional, aunque no entienda lo que lee y, DOS: La toma de las universidades por “expertos”, “académicos” y demás farsantes escribidores de papers, y una inmensa fauna de aventureros y psicópatas aspirantes a políticos, todos ellos con un inmenso afán de lucro y robo descontrolado.

 

Es una indecencia y una repugnancia que, universidades financiadas mediante el inmenso esfuerzo de padres y contribuyentes, sean más que nada un botín para sinvergüenzas de todo signo y pelaje.

 

Las universidades chilenas, en lugar de dedicarse a la función que les compete, es decir, a formar profesionales útiles para ellos mismos y para la sociedad, se han dedicado, en buena parte, a vomitar subnormales formateados hasta en la manera de hablar, la mayoría de ellos recolectados por cientos de miles con indisimulada impudicia y la única finalidad de obtener fondos públicos de la llamada gratuidad para la educación pública y de calidad. Una verdadera mierda.

 

La implementación de la masificación universitaria atolondrada; la gratuidad para subnormalitos que no entienden lo que leen y se vanaglorian por sus mugrosos 400 puntos en un mísero examen de ingreso universitario a prueba de imbéciles; y el egreso a paladas de supuestos profesionales que, ante la imposibilidad de ingresar al sector privado, son derivados a timbrar papeles y huevear a empresarios, fondeados en oficinas estatales, o a regresar a las universidades a continuar forman más y más supuestos profesionales ignorantes e innecesarios, han arrasado con los pocos vestigios de la menesterosa rigurosidad y vergüenza profesional de nuestros profesionales que ejercen a medio morir saltando.

 

La generalidad de las universidades, con poquísimas excepciones, se han transformado en un lupanar donde mediocres, farsantes y fanáticos totalitarios hacen de las suyas sin vergüenza alguna.

 

Las Universidades chilenas, salvo las excepciones antes señaladas, dejaron de ser  lugares de discusión académica real, creadoras de conocimiento y transmisora del saber, convirtiéndose en un inmundo y degenerado negociado, no por el lucro del que han sido acusadas, sino por la toma hostil de ellas por parte importante de la escoria de la sociedad, dedicados a de-formar a alumnos semianalfabetos que se convierten en agresivos y roticuajos impostores e ignorantes, diseñados en los laboratorios universitarios para diseminar por cielo, mar y tierra, la mierda ideológica útil a psicópatas demasiado bien pagados que pretenden el control cultural, social y económico de la gente normal.

 

Y mientras tanto, a robar se ha dicho.