El Evo, en un arranque de ironía, nos ofreció agua para los
copiapinos que están más secos que escupo de momia, aunque no sea salada porque
por el momento no tienen de ese tipo. No sé qué respondió la Claudia y su séquito,
hoy más preocupados de subir en las encuestas y rezar para que el volcán Villarrica
no vuelva a hacer erupción, esta vez con cuática, y así confirmar su bien
ganada fama de “yeta”. Seguramente la viejuja tiene funcionando algún comité asesor
que decidirá en los próximos seis meses si acepta el agua dulce boliviana.
De todas formas, el Evo envió a uno de sus auquénidos metamorfoseados
que aprendió a hablar pero no a pensar con agua para repartirle a la
muchedumbre. Y el ministro boliviano lo hizo con gracia. El fulano llegó a
repartir el vital elemento (como dicen los periodistas) vestido con una
chaqueta con la leyenda “el mar es de Bolivia”, y yo le agregaría, “y el agua también…”.
Jajajaja. No seamos chauvinistas, el pichuleo fue bueno, no hay nada que decir.
Chile es una especie de “nerd” del curso a quien todos los
que se sientan en la fila de atrás le pegan “cachamales”, lo empelotan en los baños
y le quitan la colación. Y nunca alega, ni acusa a la profesora, ni devuelve un
combo en el hocico. Los gobiernos argentino, boliviano, peruanos y por estos días
también el venezolano, están a acostumbrados a darnos con el mocho del hacha tupido
y parejo, desde siempre. Se ha hecho una costumbre, porque saben que no habrá respuesta.
Los políticos de nuestros hermanos latinoamericanos ganan elecciones
y se mantienen en el poder gracias a nosotros, que aguantamos lo que venga en
nombre de las relaciones internacionales, de la buena vecindad y de no escalar
el conflicto. Nos tienen para el hueveo.
De todas formas, esta vez tenemos que felicitar a indio
cocalero. Las genialidades hay que reconocerlas. Jajajajaja.