ES MEJOR DORMIR LA SIESTA.

Es injusta la vida. Me he dado cuenta que soy un pobre infeliz: hombre, blanco, mediana edad, heterosexual, clase media (aunque no sé qué será eso), empleador y de derecha. Soy un paria de la sociedad. No valgo nada.

Si tengo un problema con una mujer, soy maricón, femicida o machista. Si tengo un problema con un aborigen, soy racista. Si tengo un problema con algún trabajador, soy un explotador de mierda. Si tengo un problema con un homosexual, soy homofóbico y me aplican la ley Zamudio. Si tengo algún bien que la mayoría no tiene, estoy creando desigualdad. Tengo prohibido tener la razón, eso no es posible en el Chile que Todos Queremos.

Soy un maldito privilegiado de mierda, aunque no es ningún privilegio serlo.

En un tribunal de familia o laboral estoy perdido de entrada, aunque el trabajador sea un ladrón y mi señora una arpía (es solo un ejemplo, por si lo lee “ella”). Y aún nos falta crear los tribunales de la igualdad, los de pueblos originarios y de derechos sexuales, reproductivos y abortivos. No hay salud.

No tengo derecho a nada, ni casa, ni salud, ni educación gratis. Y como no tengo derechos, tengo que pagar; y como puedo pagarlo soy un maldito, todos los que podemos pagar algo que la mayoría no puede lo somos ¿A quien habrá cagado este huevón? ¿A quién le habrá robado?.

Y esto no termina aquí. La patrona me dice por ejemplo, que yo mando en la casa, aunque ambos sabemos que no es cierto. Manda ella porque es mujer, y vivimos en un país machista donde mandan las mujeres ¿Han conocido a alguien más machista que una mujer Chilena?.

Las mujeres chilenas aseguran que pueden trabajar, sin embargo los hombres tenemos la obligación de hacerlo. Los hombres somos los papás de la criatura, pero ellas son las mamás, y eso ya es otra cosa. Nosotros podemos tomar decisiones, salvo que sean de importancia. Y debemos cuidar a los niños, aunque bajo la supervisión de la que se supone no manda en la casa.

Es la vida en la gran ciudad…