MI AMIGO EL CONEJO.

Dos días sin arreglar este perro mundo. Es el costo del inicio de una semana de vacaciones en una playa de la quinta región. Una horda de zancudos nos esperaba de sorpresa, los que luego de un feroz combate fueron reducidos a abono para las plantas. El resto de la horda nos miraba desde el ventanal del comedor mientras nosotros cenábamos. Diez grados menos de temperatura que en Santiago son reconfortantes, con o sin zancudos.

La virtud de estos balnearios chicos, aunque este ya no lo es tanto, es la ausencia de las otras hordas, esas de humanos vociferantes, apurados, enojados, y si existe el término, “energumenizados”. Aquí las gaviotas y el resto de las aves marinas vuelan sin pensar en los demás, sin creer en el éxito, y respetan mi territorio así como yo respeto el de ellas. Digamos que cada uno intenta pasar por este perro mundo sin escándalo, como debiera ser la sana intención de cualquier personaje civilizado.

Desde hace algunos años, este humilde servidor de la causa más noble de todas –la libertad-, la patrona ama y dictadora de este humilde hogar, mi hija casi abogada y el cabro chico, visitamos este lugar cada vez que podemos. Arrendamos, aunque ya pensamos en comprar y establecernos aquí parcialmente, y tal vez algún día en forma definitiva.

Poca gente…, poca gente…, poca gente…. esa es mi idea. Ayer divisamos un conejo mientras se escabullía entre los matorrales y los eucaliptos. En Santiago solo veo ratas y animales rastreros en cantidades mayores a los zancudos que ayer nos dieron la bienvenida. Ya sabemos que en este sector del pueblo hay zancudos, en los otros no, así que vamos seleccionando.

Supongo que el Papa, la Bachelet, el tarado de Piñera, la horda que los sigue y los demás vende humo, no aparecen por aquí ni siquiera para obtener votos. Además, en la pasada elección la derecha obtuvo por acá una gran votación, algo así como el 70% aproximadamente, lo que significa que hay poca gente pero buena, además de gaviotas, pelicanos, patos y conejos. ¿Qué más puedo pedir?

Mañana les sigo contando.