NEOMARXISTAS, LOS ENEMIGOS DEL MUNDO LIBRE.

Rescatemos algo bueno. Frei, el hijo tonto, no lo es tanto, apoya la no ratificación del acuerdo que permite invasiones masivas de pobres y miserables en busca de derechos y dinero ajeno. Al menos alguien que no es candidato a algo dice lo correcto. Los inteligentes de siempre, esos personajillos que viven de la política, el voto de pobres ignorantes, y puestos internacionales en caso de quedar cesantes en sus países, o en caso de tener que arrancar de los gobiernos marxistas que promueven, intentan explicar lo inexplicable, que nos conviene lo que no nos conviene, y que lo que se firma es como si no se firmara (remítanse al juicio de Chile-Bolivia en La Haya, los jueces analizaron cada paso que dieron ambos países en la historia). Gentuza de lo peor.

Los ignorantes como nosotros, los pueblerinos que no conocemos ni nos interesa conocer Paris; los que solo tomamos un vaso de vino sin necesidad que un snob nos cuente su historia; los que no tomamos café en Starbucks, basta con el Haití; los que no somos aficionados al buenismo; los que no hemos hecho turismo social clavando tablas en poblaciones; los simples mortales que pretendemos llevar una vida decente, vivir de nuestro trabajo, poder hablar sin ser descalificados, los que no pretendemos caerle bien a medio mundo, y por supuesto, proteger nuestro patrimonio de guiñas y, de ser posible, caminar por la calle sin que nos cogoteen, es decir, la gente normal, solo sacamos cuentas.

Los ignorantes somos más simples. Somos 17 millones en Barbarilandia, de ellos hay casi un millón son inmigrantes de “por acá”, de los que probablemente el 90% viven y continuarán viviendo en campamentos, piezas sin baños, poblaciones, el sueldo mínimo y nuestros impuestos (le dicen seguridad social para que suene bonito). Si abrimos la inmigración a destajo, en un par de años tenemos a medio Haití aquí (por eso República Dominicana no firmó el pacto que apoyan Bachelet y Merkel, que dicha sea de paso, ambas provienen de la ex RDA). Y todo esto lo deduje sin haber pasado por Harvard.

El pacto migratorio no lo podemos entender como un hecho aislado, es parte del globalismo, el intento de la “Alianza Público Privada” internacional que pretende construir un gobierno mundial que, por supuesto, como no, dirigirán ellos. La historia lo demuestra, es la vieja receta de la gran guerra que terminará con todas las guerras, la que por supuesto ganarán los que la inician para luego gobernar el mundo. Ya no está Napoleón y su ejército, ni Hitler y sus panzer, ni Stalin y sus asesinatos en masa. Ahora le toca el turno a la señora Merkel (Alemania otra vez, como puede ver) y sus dos armas de destrucción masiva, el Euro y la burocracia de Bruselas. Además de su socio estratégico, la ONU.

No, depender de alguien nos hace esclavos. Un poco de dignidad nunca viene mal.