MI AMIGO EL PRESIDENTE.

Sebastián y su distinguido séquito de paniaguados y paniaguadas no logran acuerdos con la oposición. La izquierda no quiere acuerdos con “fachos”. Tal vez llegó la hora de negociar un poquito más fuerte.

Oye Sebastián, ¿no has pensado en ofrecer un alza de impuestos, la cabeza de un par de cientos de milicos, clases obligatorias de “sororidad” en todos los colegios del territorio nacional, o el reconocimiento constitucional de los travestis? De yapa podrías cambiar el nombre de la Alameda a “Avenida Salvador Allende”, y cambias la estatua ecuestre del general Baquedano por una de la Payita montando a Salvador. En fin, son solo ideas.

Mira Sebastián, dejemos nuestras diferencias atrás y pensemos en la patria. Sé que en el fondo eres una buena persona y solo piensas en los demás, jamás en ti; y esa fama mal ganada de sinvergüenza y traidor no es más que una insana envidia de fachos pobres e ignorantes que pululan por tu país.

¿Sabes Sebastián?, te confieso que en el fondo te admiro. Admiro tu capacidad. No cualquiera hace todo lo que tú has hecho durante tu grata vida y sigue sonriendo. Yo no podría hacerlo, probablemente casi nadie podría. A los simples mortales nos daría un poquitito de vergüenza. No lo tomes a mal, es un alago.

Continuando con mi asesoría gratuita, podrías considerar la expropiación de toda la región de La Araucanía y rincones aledaños, y la entregas de una vez por todas a sus ilegítimos dueños. Sé que mucha gente te lo agradecerá, saliendo a las calles y campos de la región premunidos de antorchas y bidones con agua mineral para la sed.

Son muchas cosas las que podríamos hacer juntos los dos. Tú de jefe y yo admirándote, como lo hacía Gilpeter en aquellos años mozos, en que todos éramos más jóvenes, más delgados y más guapos, salvo tú, que continuas igual de bello. Hay gente que no cambia, y tú eres un ejemplo de ello.

Bien Sebastián, tengo que despedirme, aunque solo por ahora. Te propongo trabajar juntos en pos de un gobierno que será admirado por todos, todas y todes a través de los tiempos. Nuestros nietos comentarán tus hazañas. Punta Peuco llevará tu nombre. El SII también. Y por qué no, tu estatua vivirá por siempre al lado de la de Salvador. Luego nos vamos de vacaciones a Caburgua por cuatro años y volvemos el 2026.

Sebastián, cuando quieras nos juntamos a almorzar. Eso sí, yo llevo mi comida, por si acaso…