NO HAGA NADA.

Don Rodrigo Ubilla, fiel escudero de Sebastián, el libertador de Venezuela, compró en 2008, durante el gobierno de la Alta Comisionada para los derechos humanos de quienes no respetan los derechos humanos ajenos, y ahora aspirante a libertadora de Brasil, un terreno de media hectárea ubicado en el Kosovo Chileno, a la ex esposa de un indígena, quien se adjudicó dicha propiedad durante el proceso de divorcio.

Sin ser abogado, entiendo que todo es legal, la mujer no es indígena y tiene derecho a disponer libremente de sus bienes. Sin embargo, este argumento es válido dentro del estado de derecho que regía en Chile antes de su derogación, y posterior reemplazo por el actual estado de izquierdo que nos rige.

Por lo tanto, don Rodrigo Ubilla es culpable por “haber estado ahí”; porque “no pudo más que haber sabido” que su temeraria acción podría ser cuestionada en un futuro inexistente; por actuar en contra de la “opinión pública”; por contravenir “consensos” consensuados sin preguntarnos y con posterioridad y; sobre todo, por no anticipar que podría participar, tal vez, en un futuro, en el gobierno de un presidente encuestocrático políticamente correcto. Don Rodrigo Ubilla está siendo juzgado por el Chile que cambió. Se lo merece, él está en el puesto que está, por ser partidario de aplicar la misma receta a otros.  

Moraleja: Aprenda a ver el futuro, y por mientras encuentra un curso al respecto, debidamente certificado por el organismo correspondiente, siga las siguientes instrucciones.

Por si acaso no invierta en: terrenos en Kosovo ni en lugares colindantes; riberas de lagos, ríos, mares y charcos; lugares sagrados, cementerios indígenas, lugares de culto y sus alrededores; acciones de AFP, Isapres, empresas mineras y demás recursos naturales propiedad de “todos los chilenos”; colegios, institutos y universidades; centros de salud, vivienda, y en general, en nada relacionado con sectores definidos como derechos sociales o que puedan serlo en un futuro cercano, intermedio o lejano (para esto debe inscribirse en el curso que le permitirá ver el futuro), y en general, absténgase de todo lo que se pueda abstener y mucho más. No compre moais, kultrunes, pifilcas, joyería indígena, ni reliquias de ningún tipo.

Cierre sus redes sociales, contrate una empresa que borre todo su historial en dichas redes (creo que lo llaman “derecho al olvido”), trate de nacer de nuevo; no opine, ni comente, ni se refiera públicamente y para mayor abundancia tampoco en privado ni mientras se ducha, sobre mujeres, indígenas, negros, extranjeros, comunistas, transexuales, homosexuales, lesbianas, comunistas, cojos, tuertos, mancos, gordos, flacos, viejos y viejas de mierda, pobres, feos y hediondos.

Búsquese una peguita en la administración pública, así no lo tratarán de pequeño burgués, refiérase a todos sus compañeros de trabajo como “compañero”, siga el conducto regular, respete los protocoles establecidos, a las seis se va para su casa en Metro (no utilice automóvil contaminan el aire de todos los chilenos), y para mayor seguridad, puede encerrarse en su casa y no salga más de ahí. Las cuentas las paga por internet y le pide a Cornershop que le lleve el pedido del Jumbo.

No sea gil. Ubíquese.