EL DERECHO A TENER DERECHOS.

Usted se para en la frontera, dice que tiene hambre, que tiene frio o calor, que está embarazada o simplemente que de ahí no se va a mover, y lo dejan entrar. Ante eso no sé qué podrá hacer una patrulla militar, un inspector de aduanas, Carabineros o la PDI. Y si a esto le agregamos que los siniestros jesuitas y la prensa roja están dedicados a conmover al populacho bárbaro con historias lacrimógenas, pues tenemos la cueca en pelotas. Las historias de desdichas están de moda.

Entra uno solo y ya tiene derecho a reunir a la familia. La suegra puede entrar, el cuñado y el tío lejano. A la buena o a la mala. Con derecho o sin él. Paren un hijo aquí y ya no pueden echar a nadie, la guagua tiene derechos y el resto cuida a la guagua. Pronto seremos 20 millones de habitantes o más, de ellos serán unos 15 millones de pobres, y dentro de estos unos 5 millones de miserables que no tendrán donde caerse muertos, salvo que lo hagan en la cuneta, y todos viviendo de la misma plata de siempre.

Nos advierten que las máquinas reemplazarán a la mano de obra barata, que los que viven a medio morir saltando buscando peguitas de temporada la tendrán dura. Al mismo tiempo reciben a pobres eternos que no tendrán peguitas porque no existirán ¿Qué haremos con esta gente en unos años más? ¿No nos dicen que hacen falta unas 700 mil viviendas, que los hospitales no atienden enfermos y los colegios no educan niños?

Campamentos y poblaciones repletarán las barriadas de los exteriores de las ciudades. Sin agua, sin alcantarillado, con el barro hasta el cogote. Cada callampa con su antena satelital  ¿Y los derechos humanos? Los alcaldes se soban las manoplas, se cansarán de repartir miseria en las poblaciones a cambio de votos, poder y dinero fácil.

Durante fines del siglo XIX y dos tercios del siglo XX, tal vez no más de 100.000 inmigrantes europeos construyeron Chile. Hoy, millones de vecinos vienen a vivir de cualquier manera, a lo que venga, a lo que salga ¿Nadie les dice que no tienen opción alguna de subsistir más allá de un sueldo mínimo que parece máximo gracias al tipo de cambio con su país de origen? Aquí son menos pobres. En Chile no necesitamos millones de menos pobres. El futuro que nos espera…