CERTEZAS EN BARBARILANDIA.

Barbarilandia es un caos, aunque no lo suficientemente caótico como para asustar al populacho bárbaro soñador. Ahí, al final del túnel, se divisa el paraíso terrenal ¿O será el tren que viene de frente? ¡Máximo, por Dios, no seas facho e insensible, hombre!

 

 ¿Quién sabe con qué nos encontraremos mañana en la prensa? ¿Con que nueva genial idea de algún señor político de matinal nos iluminarán? En Chile todo es posible, menos una cosa: El plebiscito no se suspenderá, pase lo que pase ¿Se dan cuenta que hasta en los peores momentos los hombres tenemos algo a que aferrarnos? La última tabla del barco hundido, la segunda venida de cristo, el penal de última hora, el perdonazo de la deuda, la asamblea constituyente. En fin… No estamos solos, hay alguien allá arriba, aunque no tengo muy claro si mirándonos, riéndose de nosotros, o moviendo la cabeza de un lado a otro mientras baja la mirada.

 

Que en Barbarilandia exista al menos una certeza no deja de ser importante. Somos un país serio que festeja la democracia. La palabra empeñada es ley de vida, aunque sea solo en este caso, ya que para todo lo demás existen las buenas explicaciones. Pero algo es algo.

 

No podremos ir a una playa solitaria, pero si a votar a un colegio de mala muerte repleto de bicharracos. Advertencia: Me refiero al Coronavirus, no a los rojos apoderados de mesa falseadores de votos. Recordemos que debemos ser amorosos con el prójimo, aunque este no lo sea con nosotros. Miren por donde los comunistas siguen las enseñanzas de nuestro señor.

 

¿Se han fijado que esta vez nadie alega por el recuento de votos? Obviamente los promotores del rechazo no tendrán ni por suerte un apoderado por mesa, por lo que el fraude electoral, si fuera necesario, será inevitable. Pero esta vez eso no le importa a nadie, casi todo Chile está por el apruebo ¿Qué más da de qué manera se produzca el triunfo?

 

Debemos ser realistas, el rechazo -en estas circunstancias- no tiene ninguna oportunidad de salir victoriosos, salvo que la diferencia sea muy mayoritaria, y por lo tanto sea imposible robar la elección por más empeño que le pongan. Esta situación demuestra que en Barbarilandia no tenemos democracia real, por más que se empeñen en cumplir con ciertas formalidades. Un conglomerado gana la elección presidencial, el otro conglomerado de propina un golpe de estado, dejan al presidente en ejercicio como empleado, terminamos en una asamblea constituyente lograda por medios ilícitos, al día siguiente se desconocen los mismos acuerdos “con ilegitimidad de origen”, la próxima votación puede ser un fraude y a nadie le importa, y al día siguen todos dirán que el pueblo habló ¿Cómo? ¿Qué dijo el pueblo? La última vez que lo escuché dijo votaba por Piñera para evitar Chilezuela. Sin embargo…