RECORDEMOS

Creo que tanta traición, tanta imbecilidad de nuestros supuestos líderes, tanta abdicación y el paso del tiempo que borra la memoria, han logrado que muchos derechistas olviden qué es lo que debemos defender hoy ¿De qué se trató todo esto desde el inicio?

 

En primer lugar, yo no soy de derecha, digo que lo soy con la sola finalidad de hacerme entender sin alargar la definición, pero yo nunca he sido de derecha. Derechistas fueron los privilegiados liberales y conservadores de antaño; supuestamente lo fueron todos aquellos empresarios de las décadas del 30 en adelante, que profitaron de los contactos estatales y la sustitución de importaciones; de derecha son los millonarios coludidos que financian campañas de izquierda y controlan medios de comunicación que atacan “el modelo”. Se supone que RN y la UDI son partidos de derecha. Yo no tengo afinidad histórica, familiar ni ideológica con ellos. O ellos no son de derecha, o yo no lo soy. Una de dos.

 

Yo soy defensor del 11 de septiembre de 1973, día fundamental en la historia de este país. Defensor y promotor de la obra del Gobierno Militar, esto es, de su proyecto político, social y económico, plasmado en la constitución de 1980. Eso.

 

Una de las piezas fundamentales de nuestra moribunda constitución es el sistema político y electoral, compuesto por el presidencialismo derrocado el 18/0, el sistema binominal que fue cambiado por los señores políticos, y la segunda vuelta presidencial, que está siendo desechada de facto por algunos votantes de derecha. El objetivo de este sistema fue dar estabilidad política basada en dos grandes bloques que negociarían entre si, y de esta manera evitar que fuerzas políticas minoritarias de ambos lados del espectro político (ambos) tomaran el control del país. De esta forma, no tendrían ni mayoría parlamentaria, ni posibilidad de obtener el poder gracias a la creación de la según da vuelta presidencial que instaría a un apoyo a las fuerzas de centro, tal como ha sido hasta el día de hoy. Esto lo explicó muy bien Pinochet, Guzmán y todos quienes crearon el sistema.

 

Recuerdo perfectamente al propio Pinochet anunciar que la constitución sería cambiada por las siguientes generaciones. También recuerdo su apoyo presidencial a Andrés Zaldívar y Frei Bolívar, en desmedro de Joaquín Lavín y no recuerdo quien más. El sistema político fue ideado para evitar que Jadue y Kast fueran presidentes con un tercio del electorado, y que uno de los bandos pasara la aplanadora en el congreso por simple mayoría sin considerar a la oposición. Intentaron evitar el vicio que nos llevó al quiebre de 1973, causado en última instancia por la elección de 1970. Los constitucionalistas del Gobierno Militar intentaron evitar los fatídicos tres tercios, y lo lograron.

 

Hoy, conspicuos derechistas, eufóricos youtubers y sus acólitos, gritan una especie de patria o muerte, como si estuvieran en Caracas o La Habana apoyando al comandante barbón de turno. Con sus frenéticas arengas reniegan del sentido de la constitución de 1980 y apoyan el caos. Pinochet y Guzmán no querían eso, todo lo contrario ¡Que gane Jadue y que quede la cagada de una buena vez! ¿Pinochet y Guzmán dirían eso? ¿No fue Guzmán el que entregó los votos de la UDI a Gabriel Valdés ante el estupor de medio Chile?

 

El “modelo” no fue destruido por la Concertación que gobernó bien. Ni por el insignificante PC del 5%. Fue degradado por una derecha política cobarde que entregó el discurso, por los grandes empresarios que se coludieron miserablemente y, por los restos de la derecha, que, en un infantil intento por recomponer 30 años en 4 meses, no es papaz de reconocer la derrota, ni aceptar un cambio social evidente. Ni siquiera son capaces de recapacitar y ver cuál fue la idea original y por qué la están traicionando, al impedir la posibilidad de mantener lo fundamental del “modelo”, en un inevitable pacto con otras fuerzas políticas. Que se logre o no es otro tema, pero esa era y debe ser la idea.

 

Cito a Ortega y Gasset, padre intelectual de la segunda república, mientras miraba atónito el bandidaje y desenfreno de sus miembros más radicales: “¡No era eso, no era eso!”