LAS VACUNAS Y LOS VACUNAS

A pesar de las dos dosis iniciales con el cuestionable brebaje chino, algo parecido a la Agüita de las Carmelitas, y solo una tercera dosis de una vacuna producida en un país civilizado que no roba tecnología, los efectos en Barbarilandia son, hasta el momento, prometedores.

 

Continúan los contagios, como es lógico, el virus no será erradicado, sin embargo, las muertes han disminuido enormemente. Atrás quedaron los casi 200 muertos diarios, para ubicarnos en una cifra, lamentable de todas maneras, menor a 10 fallecidos diarios, entiendo que gran parte de ellos no estaban vacunados.

 

No sé qué inventarán ahora los “verdaderos liberales” y los “verdaderos libertarios” que proclamaban inmunidades de rebaño a lo bestia; contabilizaban muertos como quien contabiliza dulces de una piñata; nos intentaban convencer de que los porcentajes de muertos eran razonables; nos recordaban la peste española de hace un siglo, como si el mundo no ha cambiado en 100 años y, ni hablar de sus ridículas arengas sobre las libertades individuales, como si de algo le sirviera la libertad de salir a la calle a un muerto o a su familia.

 

Bill Gates y Soros; la ONU; los chinos conquistando el planeta y sus alrededores; y las vacunas demorarían 5 o 10 años en ver la luz, si es que la veían, como si los “verdaderos liberales” y “verdaderos libertarios” fuesen todos eminencias en producción de vacunas, eran las advertencias de rigor. Y que no se hagan los huevones aquellos que poco a poco han ido modificando el discurso, ya que, si algo me sobra, al menos por el momento, es mi memoria de elefante. Los tengo a todos identificados.

 

Me gustaría saber cuántos “verdaderos algo” pagan dividendo; tienen empresas que no puede vender; pagan sueldos a trabajadores; tienen compromisos comerciales, o simplemente tienen una familia que alimentar en sus ratos libres, cuando dejan el computador, su púlpito y su cara de indignación.

 

Las vacunas son la única alternativa que tenemos para normalizar la economía; y las cuarentenas inteligentes son la única manera de terminar con la mortandad en casos extremos. Distinto es la estupidez estatal que aplica cuarentenas con millones de pases diarios que duran meses.

 

Es razonable oponerse a cuarentenas mal hechas, por esa misma razón, por estar mal diseñadas, no por dogmatismo, ideología, o por defender teóricas libertades y sacar criminales cuentas que siempre nos entregan pocos muertos, si aplicamos el des-criterio de los “verdaderos liberales” y “verdaderos libertarios”.

 

Jocosos son aquellos argumentos basados en “un medico en Alemania…”, “una enfermera en Bulgaria…”, o “un vidente en Zambia…”, aseguraron que el virus no existe, no contagia, o no mata. Alguna gente asegura desde hace dos milenios que el señor regresará para arreglar cuentas con los malulos, y los judíos veneran a un Dios que ha permitido que los exterminen y expulsen de todos lados durante miles de años. Cada uno puede creer en lo que mas le duela, obviamente, pero la vida continúa, y con virus y muertos por todos lados lo único que tendremos es ruina.

 

Demas está decir que el bueno de José Antonio en algún momento tendrá que purgar sus huestes, ya que, con tanto verdadero liberal, verdadero libertario, verdadero patriota y verdadero creyente en el verdadero Dios, su partido puede quedar reducido a una verdadera curiosidad, mientras los millones de chilenos que debemos cuidar nuestros intereses en la vida real terminaremos votando otra vez por el mal menor.