¿Y AHORA, QUÉ?

El aún incierto cierre de la ya famosa fundición de Ventanas puede transformarse en una carga difícil de sobrellevar para el Merluzo y su corte de niñitos woke, hípster, feministas y atorrantes. Si la intención del comité creativo de palacio fue elevar a su monigote saca mocos a los altares del ecologismo mundial, y de paso aguachar votos de incautos e ignorantes veedores de matinales; tira mierda de Twitter; penosos buenistas, y tramposos defensores de la justicia social y el “buen vivir”, con el solo objetivo de fortalecer la opción de aprobar su nueva constitución cosmológica y multi todo, al parecer fallaron en sus mezquinos cálculos.  

 

El paso en falso del Merluzo y su innecesario enfrentamiento con las mafias sindicales mama tetas de Codelco tiene dos destinos; pagar el costo de cerrar la fundición en medio de la de San Quintín, huelgas de hambre, tomas de carreteras y quemazones incluidas; o pagar el costo por aceptar las presiones callejeras (que dicho sea de paso es el único oficio conocido desempeñado por el Merluzo antes de acceder al trono) financiando una inútil y generosa renovación de una empresa que él mismo y sus amigotes seudo ecologistas callejeros de escritorio de ONG han decidido cerrar (por ahora). Esta vez el Merluzo solo puede perder ¿Dónde quedó ese prometido y fantasioso Chile Que Todos Queremos, en el que todos ganaríamos menos los ricos? Poco a poco se hace humo y desaparece por la chimenea, tal como la contaminante humareda de Ventanas.

 

Atrás quedaron, para el Merluzo y su horda universitaria, aquellos gloriosos años de aventuras callejeras, cabezas rapadas, peñascazos, tomateras universitarias, destrucción, rallados de fachadas, semáforos descuajaringados, promesas imposibles, arengas conmueve imbéciles, vergonzosas  gesticulaciones con las que llamaban a arrasar con todo, gratuitas y cobardes agresiones a carabineros, comerciantes establecidos y transeúntes, convocaciones que concluían con odiosos desahogos de flaites y atorrantes, criminales actos de destrucción y ruines llamados a vomitar odio, envidia y resentimiento.

 

Ahora deben gobernar y, evidentemente, están muy, pero muy lejos de poder hacerlo, ya que no cuentan con los conocimientos, ni la templanza, ni las condiciones éticas ni morales mínimas, ni el sentido común para poder hacerlo.

 

Esta gentuza de lo peor, sinvergüenzas que jamás en su vida han trabajado, solo traerán más pobreza, más inseguridad y más “mal vivir” a todas, todos y todes; a algunos merecidamente, mientras los demás pagamos las consecuencias de las geniales ocurrencias democráticas de un pueblo tan vil que solo piensa en como hacer trampas y robar a los demas, y tan cobarde que solo cambia de opinión cada vez que confirma que también le robarán a ellos.

 

La gran humareda de Barbarilandia recién comienza, y hará palidecer los peores días de la chimenea de Ventanas. Tiempo al tiempo.