RÍO ATMOSFÉRICO

Disculpen la ignorancia, pero no conocía eso de “rio atmosférico”. En mis años mozos la llamaban lluvia; una lluvia suave eran chubascos, una más en forma era lluvia fuerte, y una lluvia con cuática era un temporal. De ahí no pasaba. Son las consecuencias de tanto experto suelto. Reconozco ser de aquella época reaccionaria en que las mayores novedades fueron la vaguada costera y las isobaras. Aquellos sanos años en que un rayo era un rayo, la nieve era nieve y el sol salía por el mismo lado todas las mañanas y se escondía por el lado opuesto todas las tardes. Era todo tan fácil… Esto comenzó a desgraciarse con la aparición del fulano que transformó los hoyos de calles en eventos. De ahí todo fue a peor.

 

El problema con los expertos, los intelectuales, los académicos, los escribidores de papers y los diseñadores del futuro, consiste en que deben ganarse el pan de cada día y de preferencia algo más. Y claro, hablando en chileno no impresionan ni a su madre. De ahí tanta innovación lingüística que nos complica la vida. Estas innovaciones deben cumplir algunas condiciones para ser consideradas importantes, trascendentes y así transformarse en la delicia de los amantes de la verdad total: el consenso. Si usted se refiere a cualquier cosa que los expertos y escribidores de papers oficiales difundan como un consenso, usted es un buen ciudadano.

 

Algunas de estas condiciones son las siguientes: En primer lugar, vayamos a lo general. No puede ocupar palabras fáciles, no puede ir al grano, ni deben escasear las palabras. Si usted puede explicar algo utilizando catorce palabras, no debe ocupar cinco, o se notaría que de experto y de escribidor de papers tiene poco o nada, además de dejar a la gente abandonada a su suerte y sin saber de qué palo agarrarse ¿Que harían sin los consejos del experto de moda? 

 

Además, debe ser al menos transversal, resiliente, verde, empático, ecológico, sostenible y referirse a los demás observando todo tipo de perspectiva inclusiva. Ya lo saben, su disertación debe incluir conceptos como él, ella y de preferencia elle, afroamericano, pueblo originario, diversidad, género, cosmovisión, consenso y, por supuesto, la palabra mágica referente al tema a tratar, aquella que remueva la atención del interlocutor que generalmente es un asiduo veedor de televisión o algún estudiante universitario, es decir, la gente más vulnerable de la sociedad.

 

En este caso sería “rio atmosférico”, concepto que yo no conocía, aunque con seguridad existe, no lo dudo, y que existe debido a que algún experto lo escribió en un paper con la indisimulada intención de ser citado por otros expertos en otros papers, tal vez publicado en alguna revista indexada, y así obtener un año sabático como la Loncón destinado a escribir un libro sobre los “ríos atmosféricos”. Luego, una vez canonizado por la academia (siempre que exista el consenso, obviamente), el experto pasa directamente a la televisión, donde se transforma en una especie de humorista empático y serio a la vez, contratado para desinformar y entretener al respetable público, así, nosotros el pueblo nos enteremos que una temporada de lluvia que tampoco es nada del otro mundo desde ahora se denominará “rio atmosférico”. En cualquier cumpleaños, asado, café de oficina, peluquería o reunión de apoderados, se encontrará con gente refiriéndose a la lluvia por su nuevo y culto nombre, se los aseguro.

 

Así las cosas, basta con que un profesor en el colegio o la universidad, o que algún compañero de la prensa seria diga “rio atmosférico”, y todo el personal lo repite. O que digan ellas y ellos, y todos siguen la moda. O que el indio de toda la vida ahora es miembro de un pueblo originario, y nadie quiere quedar fuera del término buenista.

 

Los únicos que mantenemos nuestro nombre original e intacto somos los fachos, y a mucha honra, aunque de fascistas no tengamos nada. El problema es que los muy desgraciados ni siquiera lo dicen con empatía, y ni hablar de la resiliencia y la sostenibilidad. Peor la llevan los fachos pobres, a los que siguen refiriéndose sin perspectivas ni igualdad de ningún tipo. Son las injusticias de esta vida que no se llevan ni los ríos atmosféricos, por mas agua que traigan encima.