CHEESE AND WINE

Tal vez lo más desolador de esta semana fue comprobar una vez más lo esnob de nuestra gente. Estos personajillos del gobierno de atorrantes que se reunieron en la Pequeña Casa de Zalaquett, fueron a un “cheese and wine”. Discúlpenme si algún lector acostumbra a participar en tan siúticas y suculentas actividades, pero yo lo encuentro una muestra de decadencia sin límites ¿Cómo pasamos de la revolución de empanadas y vino tinto a la de cheese and wine en solo unas cuantas décadas?

 

Resulta que la “élite” participa en un “cheese and wine” con la otra “élite”, aquella a la que aparentemente aborrecen. Gente que se autodefine como “élite” no puede más que participar en “cheese and wine”, ¡obvio, galla! ¿Merlot o Carmenere? ¿O prefiere un “blend”, estimado miembro de la “élite”? ¿Casablanca o Malleco? ¿Reblochon o Gamoneu? Hace muy pocos años tragaban pizzas, completos y Coca Colas en las afueras de las universidades donde eran adiestrados para hacer el mal, antes de tomar una micro amarilla que los regresaba a su vida real.

 

El esperpento aquel que tragaba sin piedad una langosta con papas fritas y Fanta en Madrid, no fue una excepción a la mentirosa y cacareada regla de bondad, transparencia y pureza virginal de unos personajes ávidos de poder, dinero, lujos y viajes a un primer mundo donde seguramente son recibidos con indisimulada sorna por la “élite” de esos pagos; no, no era una excepción, era la muestra de quienes son.

 

La vergonzosa superficialidad e ineptitud de quienes hoy nos regentan y nos hacen padecer sus desquiciadas ideas de copy paste, evidentemente es reconocida desde lejos por quienes los invitaron y recibieron sonrientes y amables en aquel “cheese and wine” solo para la “élite” ¿Acaso Zalaquett y sus amigotes habrán salido pelando? ¿Qué opinarán los empresarios traga vino y traga queso sobre relacionarse con esta gente más bien rarita que, de un día para otro cambió las nobles calles por los reaccionarios salones de quienes mandan? Vale recordar que la búsqueda del ascenso social es el camino hacia la servidumbre ante aquel que ya está donde el susodicho pretende llegar. Y cuando se nota es muy feo.

 

Don Quijote recomendaba a Sancho:

“No comas ajos ni cebollas, porque no saquen por el olor tu villanería”.

“Anda despacio; habla con reposo, pero no de manera que parezca que te escuchas a ti mismo, que toda afectación es mala”.

“Come poco y cena más poco, que la salud de todo el cuerpo se fragua en la oficina del estómago”.

“Sé templado en el beber, considerando que el vino demasiado ni guarda secreto ni cumple palabra”.

“Ten cuenta, Sancho, de no mascar a dos carrillos ni de erutar delante de nadie”.