PERMITIDO INSULTARME

A pocas horas de concluir este año 2024, y a costa de ser apaleado sin compasión por mis amigos del Blog y la derecha en general, quisiera hacer este fin de año un reconocimiento a los inmigrantes que han mantenido a Chile funcionando durante estos últimos años.

 

A las muchachas colombianas que atienden el mini market de la esquina; a mi mecánico venezolano; a las chiquillas caribeñas que atienden la panadería cercana al Líder; a las familias chinas y peruanas que nos dan de comer en sus restaurantes; a los haitianos que ayudan a los viejos feriantes sin relevo generacional; a la señorita venezolana del almacén que me vendió un tarro de lipton de durazno ese día de calor agobiante; al señor venezolano que me atiende en la Copec.

 

A todos los pequeños comerciantes extranjeros que mantienen con vida las ciudades chilenas ya sin comerciantes españoles, italianos, palestinos, sirios, libaneses, judíos y, obviamente con cada vez menos viejos comerciantes chilenos. A la muchacha colombiana que hace aseo los viernes en mi departamento.

 

A los temporeros bolivianos y paraguayos que no he tenido el gusto de conocer, y hacen posible la exportación de miles de millones de dólares de cerezas a china, que generan impuestos destinados a mantener chilenos que no trabajan y políticos ladrones.

 

Al único conductor de Uber del único Uber que tomé en mi vida, que nos llevó a mi hijo chico y a mí a un concierto en el Movistar Arena, y que al saludarnos pudimos comprobar que era colombiano o venezolano.

 

A la muchacha extranjera que instaló la lámina protectora de mi celular en un pasaje del centro de Santiago. Al muchacho moreno extranjero que estando yo presente, le preguntó el viernes pasado a un señor muy mayor si iba a cruzar la calle.

 

Todos ellos han reemplazado a quienes construyeron el Chile que todos conocemos; mi padre entre ellos. A los españoles que crearon ferreterías, restaurantes, fuentes de soda y las industrias panaderas y de calzado, entre otras. A los italianos y sus almacenes y botillerías, industrias de alimento, metalmecánicas y varias más. A los chinos que han copado el territorio con tiendas que venden desde un alfiler a un paraguas. A palestinos, otros árabes y judíos que nos vistieron durante décadas. A los alemanes que civilizaron el sur de chile, y a todos lo demás que sería muy largo enumerar.

 

De esta generación de inmigrantes, como ha sido siempre aquí y en todo el mundo, se creará la próxima clase media chilena y los grandes empresarios que le darán trabajo a sus empleados chilenos, los mismos que hoy los miran con recelo y arribismo.

 

Es la historia de la humanidad y nadie la podrá cambiar.