Y TODO FUE POR UNA ESTATUA...

Los amigos del Blog conocen mi postura desde siempre, el objetivo final de Sebastián era uno solo, ser querido, amado, admirado, pasar a la historia, tener su propia estatua. ¡Eso era lo más importante!, tener estatuas, todas cuantas sean posibles, ojalá una en cada plaza y, por qué no, una en cada esquina. Y si para eso era necesario cagar a medio mundo y a la otra mitad también, pues lo hacía.

 

Todo esto, toda esta desgracia nacional fue por una estatua, y hoy lo podemos comprobar ¡Todo fue por una estatua de mierda! Si señores, por una estatua de mierda.

 

Los paniaguados que aun viven del amo ahora en el infierno ya están trabajando en ello: https://www.biobiochile.cl/noticias/nacional/chile/2025/01/20/proyecto-para-estatua-de-pinera-avanza-en-el-senado-tras-intenso-debate-en-comision-de-cultura.shtml

 

¡Es que se te notaba tanto…oye!

 

Sebastián, el finadito, era un hombre profundamente enamorado de sí mismo, siempre rodeado por una corte de chusma dispuesta a langüetear con entusiasmo lo que mande el patrón.

 

No será difícil comprender que los herederos de Sebastián continúan financiando a la derecha langüeteadora, ahora empeñada en candidatear a la mocita del amo al mismo tiempo que solicitan un par de docenitas de estatuas a cambio de vaya a saber usted que cosa ¿Alguna reforma al sistema de pensiones, tal vez? ¡Que se yo! …, no lo sé, pero a cambio de algo será.

 

Por el momento, la pedida se lleva sin estridencia, es una pedida de pasillos. Ya llegará el momento en que la horda de mugrientos e indecorosos paniaguados a sueldo con púlpito mediático, sondee oportunamente el recibimiento popular de la elevación del ahora mártir de la patria a la categoría de animita callejera y popular.

 

La idea de que una estatua de Piñera resplandezca en medio de la ciudad, es de por si una idea grotesca y genuflexa, considerando que el gran anhelo del finado, esto es, ser amado por todos el mundo, no solo no fue posible en vida y lamentablemente para su tropa de mierdecillas que vela por su imagen post mortem tampoco será posible una vez alejado de este valle de lágrimas, sino que la vileza de su proceder provocó el desprecio de la derecha a la que decía representar, al mismo tiempo que humillaba cada vez que lo consideraba provechoso para su magnífica persona, y ni hablar del trato denigratorio que le propino la izquierda a la que aduló permanentemente durante su nefasta vida pública, y que concluyó con un golpe de estado que eludió dejándonos los estragos de su irresponsabilidad a todos nosotros mientras devoraba, cagado de la risa y para la foto, una pizza en una arrasada Plaza Italia.

 

Pretender transformar a Sebastián en un inmerecido mártir e icono de la religiosidad folklórica nacional con el que podremos toparnos en cada esquina y en cada plaza, es tan grotesco como lo fue el penoso intento de caer bien a todo el mundo, en el que siempre se empeñó en vano el amo de esta secta de impresentables.

 

Tal vez suponen que el monumento al causante de las mas grandes desgracias nacionales desde Salvador Allende se transforme en un lugar de culto al finadito, un lugar de peregrinación, ejecución de ritos mortuorios callejeros y punto de reunión, altar y oratorio para viejas supersticiosas que le encenderán velas, le instalarán fotografías de sus deudos, placas de bronce como agradecimiento por sus milagros, y repletarán con flores tratando de apaciguar el alma de quien nunca demostró tenerla.

 

No lo creo, tal vez esas estatuas sirvan más bien para vandalizarlas por los mismos grupos de atorrantes a los que se esmeró en adular, mearlas por los perros y cagarlas por las pocas palomas que van quedando en nuestras ciudades.

 

Sería un merecido final para quien no debe ser recordado como él y sus mascotas pretenden, sino como quien realmente fue, un nefasto y vil personaje con el que todo Chile tuvo la desgracia de toparse.