OLEADAS DE CRÍMENES

Una vez más nos asombramos en medio de una seguidilla de asesinatos, o al menos la prensa seria ha decidido publicitarlos ante la falta de noticias más vendedoras y devastadoras ¿Será que siempre se mata en esta cantidad en Barbarilandia y nos enteramos solo de vez en cuando?

 

El más macabro de los crímenes es el del “carnicero colombiano”, asesino y descuartizador sureño al parecer confeso, que de todas maneras no logra superar al Tren de Aragua en cantidad de horrendas fechorías. Buen mote que ha utilizado la crónica roja, “el carnicero colombiano” vende, que duda cabe.

 

En aquellos maravillosos años de mi juventud durante la pacífica y segura Dictablanda (la califico así para puro huevear a los de siempre), los casos de crímenes horrorosos más mediáticos, sin contar los que luego se conocieron como casos de DD.HH, fueron los dinamitados de Calama en tercer lugar, el de Alice Meyer en un destacado segundo opuesto y, por supuesto, el caso mas famoso de todos los tiempos, ya que paralizó, atemorizó y horrorizó durante largos meses a toda la región de Viña del Mar y Valparaíso, el caso de los psicópatas de Viña.

 

Si soy capaz de distinguir y recordar estos casos tan bullados de hace cuarenta años, es señal inequívoca de que eran barbaridades bastante aisladas. Con el tiempo, el record mensual de crímenes de todo tipo se ha roto en reiteradas ocasiones y pareciera no tener límites.

 

Hoy nada parece asombrar a una descreída sociedad dedica a enviar emojis, a sacarse provocadoras y ordinarias fotos en pelotas, y a navegar por TikTok en busca de bailes semi pornográficos de bataclanas sin Dios ni ley, y que acumula sin asombrar a nadie en las calles de nuestras ciudades y pueblos, cantidades ingentes de cadáveres sin nombre y apellido, todo al por mayor.

 

Nos hemos acostumbrado a los horrores de la modernidad y la democracia respetuosa de la variedad y transversalidad de crímenes, y de sus desconocidos autores víctimas de la sociedad de consumo, el patriarcado y el calentamiento global.

 

Dudo que estos horrorosas y periódicas escabechinas callejeras sean recordadas la semana que viene, opacadas por nuevos asesinatos y calamidades cada vez mas asombrosas ¿Tan mal estamos?