Tendremos, según
Briones, un sistema solidario (¿qué será eso?) con plan único. O lo toma o lo
deja. De hecho, tampoco lo puede dejar, ya que el pago será obligatorio. Me
imagino que el experto este, asesorado por otros expertos, nos informarán que
usted podrá tomar un seguro de salud adicional (si alguien mas no lo prohíbe),
aunque no nos dirán con que dinero, ya que el dinero de las cotizaciones de salud
que hoy dejamos en la Isapre, irá a parar al seguro estatal solidario, igual
para todos y, por supuesto, eficiente y eficaz, según indicarán los estudios
encargados a personas también expertas y, por supuesto, amigas del partido reinante.
Me imagino
que los otros candidatos supuestamente de derecha intentarán superar con genialidad
y esmero la oferta de Briones. Me refiero al niñito del techo y al Joaco socialdemócrata.
Aunque no la tienen fácil. La constitución ya no existe, las AFP tienen fecha de
caducidad, a las Isapres ya las defenestró Briones, el agua de la lluvia será
estatal, las minas serán expropiadas ellas o sus flujos, el matrimonio homosexual
ya fue proclamado por Sebastián, al Huemul lo cambiarán por una aborigen y el cóndor
por un travesti, y la bandera chilena ya no será blanca, azul y roja, sino
negra, morada y verde, como los pañuelos que utilizan en el cogote los que
reclaman por todo, mientras que la estrella será reemplazada por un condón
usado. Todo muy trasversal y acorde al Chile Que Todos Queremos. Está difícil
la competencia.
Estoy pensando,
pero no se me ocurre nada para ayudar a los competidores. No tengo ideas. Tal
vez deba tomar un curso de innovación y emprendimiento de esos que imparten las
universidades cuicas, donde enseñan a hablar con dos palabras en español
intercalando una en inglés.
La otra
alternativa sería tomar un curso de antiliberalismo en una universidad jesuita,
salesiana o estatal, de esos donde enseñan a recitar, pontificar y anunciar el
fin de todo lo conocido, hablando con dos palabras difíciles intercalando una
con terminación en @.
O tal vez
debiera tomar los dos cursos, así podría hacerme entender por alguien de Evópoli.
Y si a todo este bagaje cultural le agrego un iPhone, un vaso desechable del Starbucks,
un pantalón pitillo, un sombrero hípster, dono dos lucas mensuales a una ONG
con logo de hojitas verdes y me declaro emprendedor, pero no empresario, seguro
que me hago creíble y puedo trabajar de experto en algo ¡Ven!, de tanto pensar se
me ocurrió una buena idea. Es cosa de esforzarse, o como le dicen ahora, de
respetar la meritocracia ¿Qué será eso?