EN ESTO, ES MEJOR NO METERSE.

Se agarraron firme la diputada Marta Isasi (Independiente-UDI)), y la ministra del Trabajo, Evelyn Matthei. Las peleas entre mujeres son de antología. Una mujer puede odiar por el resto de su vida a alguien si las circunstancias lo ameritan, y conociéndolas, no son pocas las veces que eso sucede.  

Tratándose de dos políticas, no es de extrañar que la pelea haya sido por “los trabajadores”, es decir, por los votos. La lógica de: 1 trabajador = 1 voto puede llevar la sangre al rio.

La chuecura de la diputada en campaña, fue grabar la reunión a escondidas de la ministra, la que con su fama de agarrar papa con cualquier cosa, fue pasto tierno para una avezada recolectora de votos de entre las piedras.

Matthei dijo: "yo le dije (a Isasi) que es ignorante, y es ignorante. Y además miente, y todo el mundo la conoce. Y yo no voy a a seguir en algo que ella premeditadamente ha montado porque ella sabe que no tiene los votos para salir reelecta diputada, no los tiene, porque ha faltado mucho, porque ha tenido problemas y por lo tanto no me voy a prestar para seguir el show mediático que ella necesita para ver si logra juntar los votos". “Y usted comprenderá que una persona como ella no ganaría 6 millones de pesos líquidos si se dedicara a otra cosa que no fuera ser diputada". Esta última fue derecho al mentón. Como diría un amigo mío, fue combo en el hocico y patada en la raja, todo en uno.

La diputada Isasi, por su parte, además de la trampa, trató a la ministra de rota de mierda, y más encima de picante.

Como serán de terribles las peleas entre mujeres, que el ministro arrepentido no se quiso ni meter. Se atreve con los cabos y los ministros y funcionarios de segundo orden, pero con las mujeres no. Sabio el ministro arrepentido.

Las mujeres se tratan entre ellas de la peor forma. Además, son capaces de “hormonizar” sus peleas y su relación con sus pares, al punto de hacer fluctuar a sus oponentes entre “amiguis” a “yeguas” y luego de “yeguas” a “amiguis” con la velocidad de un rayo, y para un observador imparcial, sin razón aparente.

Dicen por ahí –yo no opino para no tener problemas-, que la envidia, los celos, el desprecio, la rivalidad y el odio femenino, ha instituido una escala de cinco niveles para calificar, o más bien para descalificar a sus congéneres. A saber: Nivel uno: “perra”;  nivel dos: “yegua”; nivel tres “zorra” (en este nivel, comienza a existir rivalidad por un objetivo del sexo opuesto); nivel cuatro: “maraca o puta” (ambos se utilizan indistintamente, y significa que “la maraca se le ofreció al mino de la otra” (sic); y por último, el nivel cinco, la mayor descalificación proferida desde una mujer a otra, y que significa un odio eterno: “gorda”. Esto es la descalificación total, y se puede manifestar con la frase “la hueona está hecha una vaca”, lo que significa un verdadero asesinato de imagen, que deja a perra, yegua, zorra o maraca, al nivel de una pelea de niñas.

Cosas de mujeres.