BUSCANDO EL PARAISO.

¿Este feriado es renunciable o irrenunciable?. No lo tengo claro. Yo me enteré ayer que hoy es feriado, cuando me dicen: “oiga jefe, mañana es feriado”. El único contento fue el que me lo dijo porque cobra igual aunque no trabaje. San Pedro y San Pablo dicen que es hoy. Será.

Mañana también es feriado, pero doble. Se celebra el día en que dicen que descansó Dios, y se celebra la fiesta de la democracia. Este si que debe ser irrenunciable, pienso yo. Imagínense.

Dios le dejó claro a Adán y Eva que el hombre no tiene libre albedrío, cuando les permite comer del fruto de todos árboles del paraíso, menos del árbol que está en el centro, “el árbol de la sabiduría del bien y del mal”. A partir de ese momento, el hombre (y la mujer) siguen insistiendo en lo mismo, piensan que pueden decidir cualquier cosa. Y así estamos.

Mañana habrá personas que decidirán con una raya en un papel que no es necesario ahorrar para jubilar; otros decidirán que no es necesario pagar la universidad, que es gratis; otros decidirán que se puede subir los impuestos, es decir, robar al prójimo, aunque los mandamientos indiquen lo contrario; y todos, o casi todos, irán a adorar falsos dioses que prometen “solucionar los problemas reales de la gente”. Con razón al par de giles los echaron del paraíso y los obligaron a ganarse la vida con el sudor de la frente. Y nosotros, como sus dignos herederos, aun no lo aceptamos. Ya no hay paraíso en la tierra porque somos pecadores. Traducido: somos como las huevas. Así nomás es la cosa.

Mañana se celebra a Dios y al Estado, o más bien, a los representantes de ambos. ¿Y cuando celebraremos al hombre, pero al hombre imperfecto creado por Dios o por un cocimiento de hidrógeno, nitrógeno y no se que mas ingredientes?.

El pecado original que nos tiene trabajando para vivir, la soberbia, sigue presente y seguirá presente por los siglos de los siglos. Somos humanos porque somos soberbios. Y somos soberbios porque nos creemos más de lo que somos, y por lo tanto, nos sentimos con el derecho de tomar decisiones para las que no estamos capacitados, y lo que es peor, para tomarlas en nombre de los demás.