HE PECADO, Y SIGO PECANDO.

Lo reconozco, soy un maldito cerdo capitalista. Me gusta lucrar, y lucrar harto. El único problema es que no siempre me resulta. Los capitalistas somos con toda seguridad un error genético que ha impedido crear al paraíso terrenal. De no ser por nosotros el mundo sería otro, todos vivirían felices; todo sería gratis; nadie tendría que trabajar ni levantarse temprano; la educación sería pública, gratuita y de calidad; y las Isapres y las AFP no existirían ya que no existiría ningún maldito capitalista reaccionario a quien se le ocurriera semejante atentado a los derechos sociales. El gran gurú de Carlos Marx lo tenía claro, pero nadie ha sabido implementar sus geniales ideas. Es más o menos el mismo caso del Transantiago, según Lagos está bien diseñado, pero mal implementado; aunque Bachelet culpa al diseño y no a la implementación. ¿Recuerdan que ella tuvo una tincada?. Casi casi no lo implementó, pero como le aseguraron que estaba bien diseñado, la ayudista le dio el vamos, y ya saben el resto de la historia.

He pensado en renunciar a mis ideas capitalistas, pero precisamente por ser capitalista, no puedo hacerlo. Es que el mal me persigue, es algo así como una voz que me dice Maaaximoooooo, Maaaximooooo. Luucraaaa Maaaximoooo, luucraaaa. ¿Será que tengo esquizofrenia?. Bueno, hay quienes escuchan otras voces, e incluso hablan con las aves, pero con un ave revolucionaria.

En todo caso, la culpa de todo esto no es mía, es de Perrochet, la dictadura, el Mamo, el perro violador y el imperio. Tendrían que haber dejado que Allende terminara su obra inconclusa y así no estarían todos tan indignados, ni podrían alegar, ni tendrían que pagar la tarjeta del Jumbo porque no habría tarjeta; ni les robaría la AFP porque no habría AFP; ni les cobrarían impuesto especifico a los combustibles porque no tendrían autos; ni pagarían colegios porque estaría la ENU; ni tendríamos obesidad porque no habría comida. Y yo, más encima celebrando el 11 de septiembre el muy desgraciado. ¿Ven lo que les digo?. Soy muy vaca.

Claro que ustedes no se hagan los tontos, andan por ahí nomás conmigo. Vergüenza les tendría que dar, aunque pedirle vergüenza y empatía a un heredero de la dictadura criminal es perder el tiempo.

¿Qué hago?. Pienso que me hace falta un proceso de reeducación como los que se implementaban en la desaparecida URSS y en la China de Mao. Dicen que después de unos cuantos años recitando poesía marxista uno sale como nuevo. Claro, si es que sale, porque de algunos nunca más se supo. Lamentablemente en Chile, y una vez mas por culpa de Perrochet y compañía, no existe ese tipo de escuelas de rehabilitación espiritual, en cambio, hay universidades que lucran descaradamente. No hay derecho.

Si yo trato de cambiar, pero no puedo, en serio.