PERICIANDO A NERUDA.

Neruda murió de cáncer. Esa es la conclusión a la que llegaron los peritos periciadores que hicieron las pericias que periciaron al adulador de Stalin y la cebolla. Es más, dicen que murió de cáncer de próstata. Ni un brillo. Esta cuestión no da para noticia, ni para documental, ni para velatón, ni menos para una película dirigida por el hijo del que pidió perdón por algo que no hizo, para postularla a los premios Oscar. Y eso que estamos en periodo de elecciones. Ni un brillo.

Y para más remate, la noticia la entregó el director del SML, Patricio Bustos, miembro del partido MIR, y hombre de confianza de S.E., quien por ser marxista, exiliado, seguramente torturado y perseguido por la dictadura más cruel de la Tierra, la Vía Láctea y sus alrededores, cuenta con la autoridad moral para que confiemos en lo que dice.

“Se confirma por diversas técnicas complementarias entre sí la existencia de lesiones metastásicas diseminadas en varios de los segmentos del esqueleto, en justa correspondencia con la enfermedad por la que estaba siendo tratado el señor Pablo Neruda, fallecido el día 23 de septiembre de 1973 en la clínica Santa María de la ciudad de Santiago”, señala el informe de los peritos periciadores que periciaron a don Neftalí.

En segundo lugar, “los análisis toxicológicos efectuados en los restos óseos del señor Pablo Neruda, acreditan la presencia de sustancias derivadas de productos farmacéuticos para el tratamiento de enfermedades cancerosas, específicamente de cáncer a la próstata que eran empleados en la época en que se produjo el fallecimiento”.

Además, el informe dice: “no se han encontrado agentes químicos relevantes que pudieran relacionarse con el desenlace de la muerte del señor Pablo Neruda” y que “no se ha encontrado evidencia forense alguna que permita establecer una etiología médico legal por causas no naturales en la muerte del señor Pablo Neruda”.

En el examen de los restos mortales del inmortal poeta, participaron cinco especialistas del SML, cuatro de la Universidad de Chile y cuatro extranjeros. ¿Qué más quieren?.  

Al parecer, Neruda no fue atendido en la Clínica Santa María por los doctores Berrios y Townley, quienes según el PC, andaban vacunando con talio, polonio, gas mostaza, ají cacho de cabra, y aceite de oliva del Jumbo a medio mundo.

No señores, no habrá película, ni platas del Fondart, ni nada. Lero leroooo, lero leroooo.

El más complicado con el asunto, es el juez Carroza, que se quedó sin uno de sus tesoros más preciados, por lo que dijo: aunque los exámenes son concluyentes, “aún no se puede decir si a Neruda lo mataron o no” y descartó por ahora el cierre del expediente del caso. Anuncia la posibilidad de más pericias de los peritos periciadores que se ganan la vida periciando cosas. Y anuncio que “estamos abiertos a todas las posibilidades que la ciencia nos permite” y afirmó que a él no le corresponde señalar si lo mataron o no. “Hay que analizar todas las partes primero. Si es necesario, todo se va a hacer y si hay dudas no se va a cerrar el expediente”, enfatizó.

Ya sabemos, al juez no le corresponde decir si a don Pablo lo mataron o no, porque según las pruebas tendría que decir que no lo mataron; por eso, Neruda murió de cáncer, pero no significa que no lo mataron. Es cierto, lo mató el cáncer. ¿Ven?, si todo en esta vida es interpretable.

Seguramente los doctores Berrios y Townley le inocularon el cáncer, tal como la CIA se lo inoculó al hoy alado y aparecido Chávez. Por eso el juez Carroza utilizará todos los adelantos que la ciencia y la ciencia ficción puedan aportar, para que los peritos puedan seguir ganándose la vida periciando, y el Fondart se ponga con la plata para la película.