LOS HOMBRES DE NEGRO.

Se acercan los hombres de negro. Traen un maletín lleno de formularios; una cabeza repleta de ideología trasnochada; un mandato de la calle para no dejar nada en pie; y una promesa del partido de un futuro esplendor si hacen lo que haya que hacer.

Son los interventores universitarios, una especie de Liga de la Justicia ad hoc que buscará el lucro entre los cajones de la rectoría, en los pasillos, en las aulas, en las cuentas bancarias. Revisarán si cada papel tiene el timbre de rigor; si al formulario con quinta copia no le falta la cuarta o la tercera. Llegarán serios, terneados, lentes oscuros, sin dar explicaciones. Llegarán pateando la puerta en nombre de la igualdad y la recta consciencia de un funcionario público que se encuentra más allá del bien y del mal. Llegarán representando al pueblo oprimido por el capital.

Todo servirá para desacreditar a la universidad fascista y neoliberal de turno, siempre que haya sido creada luego del año ’81. Salvo, por supuesto, las que están con la revolución, el pueblo y la verdad incuestionable. La ARCIS, la Central, la de los jesuitas, la Silva Henríquez, la “locademia” de Humanismo Cristiano, esas y otras no correrán riesgos. Esas sí son universidades dignas para chile.  

¿Y las del Cruch?. Bueno, esas son otra cosa. De partida, fueron creadas antes del ’81, con eso se los digo todo; no lucran (bueno…, ya saben); investigan (bueno…, ya saben que cosas investigan). Además, tienen sindicatos poderosos; encapuchados dispuestos a todo y rectores hocicones a la vela. Aquí no habrá hombres de negro, los hombres de negro son de allí.

No veo la razón por la que el Estado, perfecto como es, no interviene farmacias buscando ventas sin receta retenida; carnicerías que pasan gato por liebre; panaderías dispuestas a vender marraquetas medias crudas o con mucha sal. El Estado interventor tendría que ser omnipotente y omnipresente. ¡Un interventor en cada boliche!. ¿Recuerdan la DIRINCO?.

Las universidades ya están, en la práctica, estatizadas. Los centros de alumnos comunistas, los profesores comunistas y los sindicatos de funcionarios comunistas serán los nuevos dueños. Basta que se reúnan con la finalidad de planear una denuncia acompañada de publicidad engañosa, una piara de encapuchados y una toma “pacifica”, para que el gobierno de turno (con mayor razón si es de la nueva derecha) envíe raudo a una jauría de hombres de negro a buscar entre las piedras. Los comunistas serán como los emperadores romanos en el Coliseo. Pulgar hacia arriba o pulgar hacia abajo. Un gesto podrá más que mil razones.