QUIERO MI PARTE.

Las coimas acordadas por correo electrónico ya son parte del pasado, una bicoca. Ya nos enteramos de llamadas telefónicas donde unos fulanos de la UDI se tapizan a chuchadas y se reparte su porción del botín de la basura. Cualquier día veremos a honorables tribunos extorsionados con un manojo de fotos en pelotas mientras bailan chachachá con un travesti; a una amante drogadicta vendiendo secretos sexuales del servidor público en cuestión en algún también honorable programa de farándula, o a algún fiscal con una bala en la cabeza al más puro estilo argentino. ¡Chile no es corrupto!, solo lo son nuestros vecinos. Exclamaban orgullosos y serios nuestros representantes populares.

Estoy que me meto a la política, no para salvar a este miserable país de su inevitable destino, sino para alcanzar a agarrar algo antes de que se termine todo. Y no es mucho lo que pido, solo un choreo modesto que no se note demasiado. Con un periodo de diputado me basta para regalarle a la patrona el departamento en Papudo que me está pidiendo y que le prometí para después de la crisis que hasta ahora no llega; a mi hija el auto que le ofrecí si se porta bien en la universidad fascista neoliberal en que estudia, y al cabro chico le basta con unos legos y unos videos de la Liga de la Justicia y Los Vengadores (las mujeres salen más caras).

De no ser posible apitutarme como honorable diputado, de alcalde no estaría mal tampoco. Un par de negociados con los recolectores de basura y pa’la casa. El puesto de subsecretario no lo descarto. En fin, algo me merezco pienso yo.

Como Core o concejal al menos me podría alcanzar para un departamento en Llolleo para la iñora y una moto china para la futura abogada, algo es algo, aunque no quiero ver la cara de desgano al darles la noticia. Al cabro chico igual le compro los legos, eso está fuera de discusión y dentro del presupuesto.

En cuanto al partido a representar me da lo mismo, en esto todas las micros me sirven ya que todos los partidos tienen el mismo giro comercial: el saqueo a Estado botín. Le puedo contar a la gente historias sobre los viajes por la selva madre del “Che”; o sobre la Marcha de la Patria Joven y el papá del narigón; los causeos radicales bien comidos y mejor regados, o la refundación nacional de Guzmán, Pinochet y los Chicago. Todo al gusto del consumidor. Y mientras tanto ahorro para el futuro. Antes de que se acabe, digo yo.