LA MUÑECA.

Dicen, y con razón, que la realidad supera la ficción ¿Quién se podía imaginar que Fantuzzi le regalaría una muñeca inflable al ministro Céspedes en una ceremonia pública? Obviamente nadie. Es todo muy absurdo.

Los invitados, incluidos dos candidatos presidenciales y el mismo Céspedes, reían de buena gana con la ocurrencia de Fantuzzi, un personaje que quebró la empresa del padre y nunca más repuntó, aunque ahora da charlas sobre emprendimiento y entrega recetas gratuitas de economía que asustan al más lego. Tan absurdo como su regalo.

Como era de esperar, los que viven de esto, llámese feminazis, oportunistas, feministas, candidatos a algo, gente con poco apoyo popular y cualquiera que pretenda tener sus cinco minutos de fama al defender alguna causa tan políticamente correcta como ridícula, vapulearon al pobre y desafortunada Fantuzzi sin asco. Hasta la Claudia apareció en el baile.

Hasta aquí todo absurdo, pero dentro de lo que se puede esperar en medio del salvaje mundo de Barbarilandia. Lo bueno vino después. El pobre veterano de Fantuzzi lleva un día entero pidiendo perdón a todo el mundo. El pobre viejo ya no sabe dónde meterse ni cuanto arrastrarse para que los zurdos lo perdonen –y sabemos que los zurdos no perdonan-. Y mientras averigua donde meterse, sigue y sigue rogando el perdón de la masa vociferante. Y mientras más grita la plebe, más perdón pide Fantuzzi y más se arrodilla el pobre viejo. ¡Patético!

Habría que explicarle a Fantuzzi que lo que hizo es bien raro. No sé si él utiliza alguna prima lejana de la señorita del regalo, y pensó que Céspedes podría dormir un poco más relajado y por lo tanto despertar con la mente más clara para arreglar el cagazo Arenas-Jorrat-Peñailillo. En todo caso, no es pa´ tanto la weá.

Lo que no puede ser, porque es muy feo, es arrodillarse, más aun frente a ratas de alcantarilla como los opinólogos políticamente correctos que defienden la última estupidez de moda. Yo no lo haría ni cagando. Le regalé la weá, reconozco que no fue lo apropiado, pero ya está hecho, y al que no le gusta se va a la chucha, salvo que me demuestre su pasado intachable.

Para terminar, habría que decir algo políticamente incorrecto, que las mujeres también tratan a los hombres como objetos, sin bien no como objetos sexuales, sí lo hacen como objetos Redbanc. También pelan a los hombres, nos tratan de lo peor. Cuando se separan son vengativas. Extorsionan con los hijos. Son tan infieles como los hombres. Y la violencia física de algunos hombres, es reemplazada por la violencia psicológica de algunas mujeres. Y como sabemos, en el mismo lugar que venden a la señorita de plástico, venden también pichulas de plástico. Que no se hagan las lesas. Nosotros también podemos sentirnos humillados ¡Ja!

“A las finales”, a hombres y mujeres nos gusta hacernos los lesos muchas veces. Después de todo hay algo que nunca pasará de moda, a todos los hombres nos gustan las mujeres ricas, y a todas las mujeres le gustan los hombres ricos.

Nosotros miramos por detrás para calcular el tamaño del poto y ellas para calcular el tamaño de la billetera. Y el que diga lo contrario, miente.

¡Ah!, y no esperen que me arrodille por decir esto ¿Están mas huevones?.