A VOLAR, OBVIO.

En Chile –y no solo aquí- ya no es posible decir nada de nada si la frase no se ajusta a lo políticamente correcto y a lo racionalmente estúpido. El ministro Varela está en la cuerda floja por el bingo. Piñera no corre riesgos por tratar de perro a no sé quién, en uno sus arranques de barbaridad, solo porque es el presidente. Ahora le tocó el turno a otro ministro, Valente, el de economía, quien declaró ante Mosciatti algo que todos sabemos; para alguien de alto patrimonio, es normal y recomendable invertir fuera del país, de la misma forma en que inversionistas foráneos invierten en Chile. De eso se trata, así funciona. No tiene nada de raro ni malo. Pero ya aparecen personajes, analistas, opinólogos, encuestólogos y demás grotescos vividores de la farándula política chilena pidiendo su salida. Estamos jodidos.

Usted puede decir mentiras, como que Allende fue demócrata, que Daniel es Daniela, que Lula es un ser celestial y firmarlo, o cualquier otra tontería. Si usted hace eso lo aplauden. Y se pone de moda. Y votan por usted. Y lo siguen en twitter. En contrario, si usted dice alguna verdad, más aun si esta es evidente, y peor aún si tiene pruebas irrefutables, se transforma en un paria social. Así no llegaremos a ninguna parte.

¡No sea cosa que el populacho bárbaro se enoje! Entonces debemos decirles lo que estos expertos en mentir suponen que el populacho quiere escuchar. Y le dicen puras idioteces, puras mentiras, y puras –como dicen ahora- post verdades. Y lo peor es que se las creen.

Si yo tuviera 10, 20, 50 o 100 millones de dólares, tendría al menos el 50% o más en el extranjero ¿La razón? La que dio Valente, disminuir el riesgo ¿O no? Claro, porque cualquier día el populacho bárbaro se cree otra mentira más y elijen a la Vallejos o al Boric de presidente y cagamos pistola. Entonces, y tal como hacen los señores políticos y los opininólogos siempre, me aseguro con un billete afuera ¿O es muy tonto lo que digo…?