UN MUNDIAL SIN RAREZAS.

Terminó el mundial, al que Chile, afortunadamente, no clasificó. No solo evitamos desmanes de la horda en el hipotético caso que se ganara algún partido, además no sufrimos mientras éramos representados por Arturo Vidal ¿Se fijaron en la “pinta” de los finalistas, los semifinalistas y hasta del ultimo machucao? No se vio nada semejante al “look” del Rey Arturo ¡Nada igual, ni siquiera parecido!

¿Se fijaron en la reacción de los perdedores? Abrazaban a los ganadores. Ningún jugador se burló de otro, ni lo mató a patadas en los últimos minutos del partido por el descontrol al que lleva la impotencia de verse superado legítimamente, o como diría un imbécil, por no “lograr el éxito” ¿El éxito consiste en ganar? ¿Se fijaron en la reacción de los argentinos (otros sudamericanos) cada vez que el rival demostraba que no son tan buenos como se creen? ¡Un drama!, y no terminaron a patadas solo por el VAR y porque el corrupto Grondona ya murió.

Aquí en Barbarilandia se justifica la rareza por el origen humilde del jugador. Pues no, eso no es cierto. El francés Kanté, quien recogía chatarra para poder comer, no necesitó disfrazarse de nada raro. El inglés Alli, superó el abandono infantil sin necesitad de dibujarse cuanta lesera se le pudo ocurrir en su cuerpo. El problema es que la prensa chilena miente, siempre miente, descaradamente. Y la gente es hipócrita. Y el todo vale esta tan metido en el cerebro nacional que con tal de “triunfar en la vida” se acepta lo que no se debiera aceptar.

¡Pero si aquí la prensa culpó a Pizzi para no tocar a los ídolos con pies de barro y garganta de lata!

Es un crimen que los niños chilenos tengan como ídolos, por ejemplo, a Vidal y Valdivia ¿No podemos tener en la selección a líderes positivos como Andrés Iniesta y Harry Kane? ¿No tenemos algo parecido? ¡Claro que lo tenemos!, se llama Claudio Bravo, quien prefirió dar un paso al costado, para no ser cómplice de conductas antideportivas dentro del equipo. La prensa, los dirigentes y el entrenador, piensan distinto. Ellos quieren ganar a cualquier costo. Mientras se venda… ¡Y se vende!