"INTERNACIONALIZACIÓN"

En Chile todo el mundo viaja. Viajan ellos, ellas y elles. Viajan muchas veces con familión incluido. Viajan funcionarios públicos a granel. Militares, marinos y aviadores. Funcionarios de cada universidad pública, gratuita y de calidad. Famosos son los viajes al extranjero de concejales y cores de comunas que andan al dos por tres, que le deben velas a todos los entierros y con suerte barren calles y tapan hoyos. La señora Juanita y don paga Moya financian el periplo.

Viajar es un placer, más aun si lo financia alguien de por ahí. El vociferante rector de la U. de Chile justifica los viajes por un “fuerte proceso de internacionalización”. Académicos pensando en su próximo y sesudo paper mientras se mojan los juanetes en el Sena. Investigadores investigando las ruinas Mayas in situ. Cultura internacional a todo vapor. Oui monsieur. ¡Oh la la! La vie en rose para los frescolines.

Viajar es el vicio oculto de todo arribista. Durante la naciente república, terratenientes millonarios viajaban durante años por Europa, mientras el ladino administrador del fundo los dejaba en la calle. Se esfumaron grandes fortunas a cambio de codearse con “gente bien”, la realeza y su corte.

Viajar. Huir de Barbarilandia, del terruño atrasado, para codearse con el jet set o al menos pasar por la puerta de su casa. La gracia es “haber estado ahí”, no importa mucho como, ni dónde, ni con quién.

Pasajes caros que se cambian por uno más modesto. Viáticos que no se gastan ni se devuelven. Se cuentan historias de compatriotas devorando manjares en algún “all inclusive” del Caribe, mientras guardan comida en bolsas plásticas y servilletas. Todo vale “afuera”, total nadie se va a enterar.

Orgías con menores de edad en La Habana y Bangkok. Drogas legales en Ámsterdam. Fiestas cerveceras por Múnich y Dublín. Funcionarios públicos sacrificándose por la patria. Entre las “girlfriend experiences” y los/las "lady boys", se nos escurren nuestros impuestos como agua entre las manos.

Quienes juegan a ser gerente sueñan con una reunión de directorio en Nueva York. Quienes se venden como intelectuales, con una ponencia en Berlín. No hay funcionario público que no pretenda viajar algún día a La Meca de la burocracia progre, Bruselas, donde sus colegas legislan sobre la receta oficial del queso manchego o el prosciutto di Parma.

Viajar, viajar, viajar. Buscar lo que no se tiene donde no se encuentra. Sentirse lo que no se es ni se será jamás. Viajar, soñar, huir, buscar. Y luego despertar. Y si es gratis ni hablar. Y si no es ahora, ¿cuándo?...