NI TANTO, NI TAN POCO.

No hubo marea azul ni nada parecido. No existe en USA ninguna fuerza arrolladora antifascista o algo por el estilo. La prensa unida anti Trump no ha logrado instalar su discurso alarmista. El gobierno mantiene el control del senado, y la oposición, como pasa generalmente en esta elección de mitad de periodo, obtuvo una mayoría no muy importante en la cámara de representantes. La gente votó más bien por la oposición, pero sin escándalo. Trump no es ningún ogro malo, es solo un bocón que generalmente tiene la razón y que ha hecho un buen gobierno.

¿Extrema derecha? No, más bien extrema izquierda, o al menos una izquierda demasiado ideologizada. Los resultado económicos de la administración Trump han sido excelentes, los mejores en muchos años, sin embargo el voto demócrata parece estar más preocupado de los discursos que de la realidad. Mucha ideología y pocas nueces.

La prensa festeja a nuevos representantes electos de supuestas minorías. Ya saben, de esas que unidas se transforman muchas veces en mayorías vociferantes y totalitarias, con una mínima capacidad de administrar un país, función para la cual se supone que son elegidos. Mujeres indígenas, otras lesbianas, otras musulmanas. Ya hacen fiesta por un representante homosexual, como si eso implicara que legislará con sabiduría y sentido común. Aun no tengo información sobre algún posible nuevo parlamentario transgénero que cambiará su nombre de John a Joan, o Jean, o Jane, o al que más le guste y rime con su nuevo juego de uñas acrílicas. Política parafernálica y frívola.

El Negrito de Harvard que mandó a matar a Osama Bin Laden en el living de su casa y delante de su familia, para luego lanzarlo al mar -sí, el mismísimo Premio Nobel de la Paz, ese mismo-, fue “rostro” de campaña. No escuché a ningún periodista zurdo comparar su nefasta conducción del país –por eso y su comadre Hilary llegó Trump al poder-, con la actual. La idea de esta gente no es informar, es adoctrinar.

USA está en problemas. A Trump y al Partido Republicano los apoyan mayoritariamente quienes construyeron el país. Una mayoría de blancos de clase media alta, media y media baja en ciudades y en regiones agrícolas del interior. Empresarios, obreros calificados, agricultores, etc…

A los demócratas, cada vez más socialistas, los apoyan principalmente la juventud adiestrada por profesores de izquierda, la izquierda caviar autodesginada como autoridad moral, y una tracalada de negros y latinos que viven de la seguridad social, derechos a educación y salud, vales de comida y arriendos de viviendas subsidiadas. Los que están destruyendo el país que construyeron los anteriores. No pinta bien.