CARACAS ROMÁNTICA.

El gran apagón que oscurece el paraíso terrenal venezolano, no los deja ver ni el hambre que padecen ¿Existirá el derecho a la electricidad en la constitución venezolana creada por Chávez y apoyada por Guaidó, según su propia confesión? Quienes defienden el enésimo experimento marxista, aseguran que los venezolanos que van quedando en el país comen tres veces al día. En las cárceles también, aunque no a la luz de las velas. La revolución siempre fue romántica.

Las revoluciones siempre han sido románticas, hasta que triunfan. Una vez en el poder, los porfiados hechos se encargan de llamar a la realidad a compañeros de ruta y jóvenes idealistas que no sabían para quienes trabajaban. El pueblo, unido, siempre será vencido.

Ayer fueron los proletarios, hoy devenidos en mujeres, homosexuales, travestis, aborígenes con Iphone, perritos y gatitos. Solo cambia el sustantivo, el verbo y los adjetivos son los mismos. Es el derecho al derecho. El comenzar de nuevo, esta vez, aplicando la receta a la perfección, según nos cuentan.

Y ahí vamos otra vez, una más. Pinochet no permitió concluir el proyecto allendista. Maduro, el dictador malo, es el responsable del desastre; Chávez, el demócrata bueno, se revuelca en su tumba. Ayer, un pobre proletario o campesino desdentado agitaba una bandera roja; hoy, una bien alimentada y mal educada jovencita enarbola un sostén. Todos creyendo en la causa eterna, la justa, la de siempre, la que solo ellos dicen entender y los hechos no nos permiten ver.

Prendan velas compañeros, disfrutemos de esta cena romántica, que la revolución perpetua sigue su curso. Amen.