PRODUCTIVIDAD.

Dicen que Barbarilandia es cada vez menos productiva. Que debemos trabajar más y mejor, y de ser posible ganar menos. El presidente de Codelco hizo un panegírico sobre los mineros peruanos, solo le faltó adoptar a un par de ellos y llevárselos para la casa. Supongo que serán cosas de la Ocde. Cosas de ricos y famosos.

Si le hacemos caso a “los que saben de estas cosas”, es decir, a los escribidores de papers y opinólogos de la razón de la sinrazón, debemos asumir que no seremos más ricos de lo que somos, por lo que tenemos dos alternativas, robar o conformarnos. Dicho en términos más académicos, o “redistribuimos el ingreso” o abrazamos la austeridad. Ya sabemos qué se ha elegido en este lupanar con vista al mar.

A mí me parece que el problema no es la productividad, sino la tontería. Si una persona solo piensa en tener lo que no tiene, y una vez que lo consigue ya no le conforma, no saca nada con tratar de ser más productivo, trabajar más horas, chuparle las medias al jefe, conseguirse un pituto o comprar un pasamontañas y una una Uzi de 9mm. Tal vez siendo menos huevón, menos frívolo y menos arribista, podríamos vivir, al menos, más tranquilos.

Antiguamente cada uno de nosotros tenía un par de pilchas para el día y a día, y una más decente para días de asueto, de guardar o de fiestoca. Hoy, los arquitectos diseñan viviendas con closet más grandes para poder guardar todo lo que no necesitamos. Los celulares son cada día más inteligentes y la gallá más huevona.

No es posible ser cada día más productivos sin volvernos locos de remate en el intento, ni existe razón para hacerlo ¿Por qué habría que hacerlo? ¿El límite es el infinito? ¿Debemos buscar el arca con el tesoro al final del camino interminable que no lleva a ninguna parte? Nada de esto tiene sentido, y en el fondo todo el mundo lo sabe o al menos lo sospecha.

Esto es una locura.