QUE PAGUE MOYA...

Sabemos que la gallá está desatada. No quieren pagar nada, a pesar que la pandemia, los problemas económicos y la cuarentena famosa comenzó hace solo un mes ¿Qué tanto ha sucedido en 30 días? No tanto, pero el bajo nivel ético de muchos chilenos da para agarrarse de la excusa que sea.  

Hoy presencié un espectáculo degradante. Un grupo de personas (y no solo serán estas, Chile se extiende desde Arica a Punta Arenas) se apiñaba frente al edificio donde residen, mientras la televisión los cobijaba en su degenerado regazo. No pagaron los gastos comunes (no nos contaban cuantos meses deben, aunque serán al menos tres) y la administración los amenazaba, según ellos, con cortarles el suministro eléctrico (lo del corte de agua es falso, eso es ilegal, y como he sido miembro de Comités de Admiración de edificios, lo sé).

Acto seguido, un miembro del gobierno, de cuyo nombre no quiero acordarme, se prestó para la farsa, aguachando a los deudores escandalosos, prestándose para la puesta en escena del show de los compañeros periodistas y, muy suelto de cuerpo, instaba a la administración a usar el sentido común, o algo parecido. Que no les cobren los gastos comunes, ¿no ven que la cosa está mala? ¡Qué el edificio se financie con los que pagan al día! Y si no alcanzan las “moneas”, que coloquen velas en los pasillos, suban por las escaleras hasta el duodécimo piso y que los conserjes se chupen el dedo a fin de mes. Todo muy cavernario.

A este paso vamos derecho a la ruina. Los que no pueden trabajar se joden, los que pueden no lo hacen, y los que pagan lo hacen por ellos y por los que no lo hacen. Millones de personas “pechándole” a otras. No hay derecho.

Los gastos comunes son cuentas de servicios, consumos básicos, seguros, personal, aseo, jardines y demás costos de la mantención y funcionamiento del edificio, que fueron pagados por la administración ¡el mes anterior! Si un departamento no paga el gasto común de marzo, que se cobra en abril, y lo amenazan con un corte de luz, no ha pagado los gastos del edificio desde enero ¿Cómo se supone que el edificio puede funcionar, si un número importante de vecinos no paga los gastos durante cuatro meses? Pues viviendo a costa de quienes tienen al día sus pagos, de algún ahorro del fondo de reserva que pocas veces alcanza y, de deteriorar las mantenciones y servicios del edificio, y por lo tanto de la pérdida de valor de la inversión inmobiliaria de todos los copropietarios por igual,  de los que están al día en sus pagos y de los que no pagan a su debido tiempo.  

Apoyar a quienes no cumplen sus obligaciones y más encima se apiñan en una turba frente al edificio, no es solidaridad, es complicidad con un acto que perjudica a los demás. Es apoyar la pérdida de calidad de vida y el deterioro del patrimonio inmobiliario de quienes han cumplido con sus obligaciones.