¿HACIA DONDE VAMOS?

Me declaro sorprendido. No entiendo muchas cosas que suceden en Barbarilandia. Nos amenazan con una asamblea constituyente en el mes de octubre que, como gusta decir los señores políticos, marcará un antes y un después. Debe ser el antes y después número 2.837 desde que tengo recuerdo, aunque nos advierten que este será el decisivo. Trasformarán el sistema económico, nos robarán las cotizaciones previsionales, tal vez fijen precios con la misma rapidez que entreguen “moneas” y nos tapizarán a impuestos para poder entregar billetes y servicios sociales a destajo. Viviremos a cuerpo de rey a costa del vecino (y viceversa). En definitiva, nos dejarán en la cuerera en nombre de un bien superior, la superación del hombre como lo hemos conocido desde siempre.

Sin embargo, y a pesar de esta desgracia y la desgracia del virus, continúa llegando inversión extranjera, se anuncian proyector inmobiliarios millonarios, las acciones se sostienen en precios que considero inverosímiles, los grandes empresarios se suben a la ola revolucionaria, muchos políticos que supuestamente son de derecha están convencidos que podrán domar a la fiera que soltaron y el “Apruebo” parece tener la carrera ganada ¿Qué podría evitar que triunfe esa opción en octubre? A mi entender, nada.

Al parecer mucha gente sabe o supone que sabe cosas que yo no sé, ni me imagino ¿Tan buena es esta gentuza revolucionaria y criminal, o tan ingenuos son quienes manifiestan tan temeraria esperanza? Tal vez todo se sostiene en la tradicional hipocresía chilena. La verdad es que no entiendo.

Análisis internacionales aseguran que Chille será el primer país del continente en recuperarse económicamente luego de la pandemia ¿Y el plebiscito no cuenta para nada? Es decir, ¿luego de la votación todo continuará igual, a pesar que sus promotores aseguran todo lo contrario? ¿Quién entiende? Yo no.

Pareciera que en Chile, a pesar de todo, los precios de los activos están más cerca de subir que de bajar. No sé si será un exceso de confianza de muchos, un exceso de desconfianza de varios -entre quienes me encuentro-, ¿o qué? No lo sé.